"Urge en este país la depuración de nuestras instituciones democráticas hasta volverles a dar su prístino brillo y el prestigio que deben tener en la conciencia del pueblo.
Nadie más apropiado para dar el primer paso en este sentido -para ejemplo de propios y extraños- que el actual Congreso de Nuevo León, integrado por hombres de trabajo, íntimamente ligados con el pueblo que representan y por el cual han sido verdaderamente electos. Es a vuestro patriotismo al que me dirijo en este instante y estoy seguro de que será el que predomine contra cualquier vanidad y comodidad personal.
La situación económica del país es perfectamente conocida. Los causantes de impuestos, bien lo sabéis, luchan y afanan día a día todo el año, para llenar sus propias necesidades elementales y no encuentran desahogo suficiente para enterar lo impuestos que requiere el Estado para el sostenimiento de sus servicios.
Por otra parte, la administración se cruza de brazos sin emprender obra alguna que haga prosperar las fuentes de riqueza del Estado, por falta de los elementos indispensables para ello. Es preciso dar una oportunidad para que se empleen los medios con que cuente el fisco en obras productivas, no por el aumento de impuestos o por la creación de otros nuevos, sino por la economía más seria y fundamental de los dineros que afluyan a las cajas del erario.
Esta es la verdadera defensa de los intereses sagrados del pueblo, y a nosotros nos toca velar por ellos como sus genuinos representantes. Empecemos, pues, por nosotros mismos, reduciendo de manera tangible el presupuesto del Congreso del Estado, entonces y solo entonces estaremos capacitados para intervenir en otras partidas del presupuesto de egresos.
Aparentemente, a primera vista, tal proposición va contra nuestros propios intereses. Pero yo quiero atreverme a demostrar que no es así. Antes por el contrario.
Nuestros intereses como representantes del pueblo de Nuevo León, no son ni pueden ser otros que los del mismo pueblo a quien servimos. Disminuirle el peso de las cargas públicas y hacer el producto de éstas más útil, más benéfico para la comunidad, tal es la mejor manera de cuidad del bienestar del pueblo. Para ese solo fin fueron instituidos los parlamentos de las naciones.
Volvamos a hacer del parlamento lo que debe ser: una institución compuesta de representantes de los intereses de las masas populares y no ya más una asociación anónima de políticos oportunistas y de intri-gantes en pro de sus intereses personales.
No es un sacrificio para ninguno de nosotros a quienes el pueblo ha ido a buscar a sus talleres, a sus labradíos, a sus oficinas, hombres de trabajo que viven del producto de sus esfuerzos en la vida privada. Ninguno de nosotros puede estar atenido a su sueldo como diputado. Nuestra paga aquí, tal como se encuentra propuesta en el proyecto de ley, bastará para resarcirnos ampliamente de las pérdidas que suframos durante los períodos de sesiones en nuestros negocios privados y compensarnos el tiempo que dediquemos legalmente al cuidado de la cosa pública.
Viniera esta iniciativa de fuera, podría temerse que alguien conspira-ra contra nuestros intereses. Viniera de gente insincera, podría creerse que lleva en el fondo alguna mira torcida. Debe salir de nuestro propio seno y llevar como concepto de lo que es la representación popular.
Señores diputados: que no se diga que entre nosotros hubo alguno que se opuso a esta iniciativa que yo califico de noble y digna. Sellemos nuestra unión sabia y altamente al principio de nuestras sesiones, votando la iniciativa por unanimidad y nuestros representados verán en nosotros lo que debe ser. Sometemos a la deliberación de esta H. Asamblea el siguiente proyecto de acuerdo:
Artículo primero: A partir del primero de marzo los CC .Diputados de esta H. XLII Legislatura Constitucional del Estado disfrutarán como sueldo la cantidad de $350.00 mensuales.
Artículo Segundo: Comuníquese a quién corresponda para que surta los efectos legales correspondientes".
No, estimados lectores, no nos preocupemos, ni alegremos, la argumentación anterior no fue presentada en la legislatura actual, sino en la que cubrió el período 1927-1929, a iniciativa del diputado local por de-cimoprimero distrito Dr. Amel Barocio García y fue secundad por todos los diputados que en número de 15 integraban dicha legislatura.
El país pasaba por grave crisis económica -como siempre- y el Presidente de la República Plutarco Elías Calles había lanzado una campaña para la reestructuración económica con el propósito de hacer rendir al máximo los fondos públicos; Barocio García solidario con la política del Jefe Máximo propuso la reducción del salario de los diputados locales, lo cual fue aceptado por unanimidad.