Pronto surgirá de nuevo la polémica sobre el tema de la reelección de los alcaldes y diputados, bajo el argumento de que el tiempo que disponen al frente de sus tareas, no es suficiente para cumplir con los proyectos contemplados, ni con las promesas hechas en la campaña electoral.
El asunto no es fácil de analizar y se presta a mucho jaloneo político, pero, se debiera debatir con altura y seriedad, ante la inconmensurable realidad de tener cada tres años a políticos novicios o improvisados, algunos de lento aprendizaje en los nada fáciles recovecos de las trincheras legislativa y municipal; para otros, cuando ya aprendieron el oficio y afilaron el colmillo, el tiempo se les vino encima y cuando pudieron dar lo mejor de sí, sonó la hora de hacer las maletas.
Si hojeamos las páginas de la historia política de nuestro país, encontraremos que la reelección presidencial, una de las principales causas que desencadenaron la Revolución Mexicana, fue abolida por la Constitución de 1917, pero la ambición política de Álvaro Obregón impulsó su allanamiento en 1927, para facilitar su retorno al poder ejecutivo; un año después se estableció que el Presidente de la República nunca podría ser reelecto para el período siguiente, cuya lectura significó que podía alternar cuantas veces quisiera.
Obregón fue asesinado el 18 de julio de 1928, este hecho cambió el entorno político y el grupo dominante con Plutarco Elías Calles a la cabeza dio un sesgo al tema de la reelección.
La Constitución original de 1917, permitía la reelección de diputados y senadores, pero el Partido Nacional Revolucionario -el abuelo del PRI- acordó el 30 y 31 de octubre de 1932, impulsar el principio de la no reelección, que formaría parte de sus postulados "como programa mínimo en materia antirreeleccionista"; remitido el proyecto al Congreso, éste lo aprobó el año siguiente. La reforma constitucional prohibió absoluta y categóricamente la reelección para el Presidente de la República y en el caso de diputados, senadores, alcaldes, regidores y síndicos, la proscripción fue para el periodo inmediato.
Treinta años después la idea de la reelección comenzó de nuevo a tomar fuerza, cuando la diputación del Partido Popular Socialista presentó en 1964, una propuesta para adicionar el artículo 54 constitucional, añadiendo una nueva fracción que señalara que los diputados podrían ser reelectos; su idea era la de establecer la carrera parlamentaria.
El pleno de la Cámara de Diputados aprobó el dictamen propuesto por las comisiones respectivas, pero el Senado rechazó la iniciativa, se devolvió a los diputados y la mayoría priísta la archivo.
El diputado Enrique Ramírez y Ramírez quien más había defendido la reelección, enojado por las interpretaciones que se le dio, hizo uso de la palabra: "Una ala vigorosa del antirreeleccionismo de los diputados, está formada por reeleccionistas de probada convicción, que se han reelegido cuantas veces pudieron en cargos públicos, sociales y sindicales, sin importarles el principio de la no reelección".
Agregó: "Otra ala está formada por aspirantes a las futuras curules, quienes pensaron: si tres o cuatro docenas de curules van a ser para diputados capaces de reelegirse, entonces esas se sustraerán del reparto para los que vienen; es la teoría de mientras menos burros más olotes".
La idea de la reelección encontró eco hasta en los mismos hombres del sistema como el ex Gobernador de Nuevo León y dos veces líder de la Cámara Lic. Luis M. Farías, quien en el quinto aniversario luctuoso de Gustavo Díaz Ordaz, declaró que con la reelección de diputados mejoraría la calidad del Congreso y permitiría crear un auténtico contrapeso al prestigio y fuerza del Ejecutivo.
Las voces contrarias no se hicieron esperar, Arnoldo Martínez Verdugo, quien fuera líder del Partido Comunista de México, afirmó: " En el país del amiguismo, de la corrupción, del mal uso de los cargos, pesa más el lado negativo y se fortalece la rigidez de las estructuras antidemocráticas".
En la actualidad, pronto deberá debatirse el tema de la reelección, el asunto tendrá que agendarse y entrarle al toro por los cuernos; con los avances de la transición política, ¿Será posible la reelección de diputados, senadores, alcaldes, regidores y síndicos?