En los diferentes periodos de la historia de México hemos tenido todo tipo de funcionarios públicos, desde aquél que enfoca todos sus esfuerzos para conseguir el bien común, el honesto y dinámico constructor de obras en beneficio de la comunidad, hasta el depredador del presupuesto, quién utiliza su cargo para enriquecerse y reparte prebendas a familiares y amigos.
Hemos tenido de todo, desde el político analfabeta como es el caso del Gral. Arrieta Gobernador de Durango en la época de la Revolución Mexicana, cuyas decisiones sobre los asuntos del pueblo, asombraron a propios y extraños por su sensibilidad y tino, en cambio hubo otros que su analfabetismo lo adornaron con los billetes y monedas birladas del erario público; en el otro extremo están los políticos tecnócratas egresados de reconocidas universidades extranjeras, cuyas metidas de pata han dejado profunda huella en la economía de millones de compatriotas, claro, hay algunos que son brillantes en su carrera profesional y reúnen el tacto político tan necesario en los asuntos de gobierno, pero son los menos.
Digno de ejemplo en nuestra historia es aquel modesto comerciante nacido en San Nicolás del Terrero, Chihuahua en 1839; antes de cumplir los 20 años se dio de alta en la Guardia Nacional y participó en Guerra de los Tres Años y en la lucha contra los franceses bajo el mando del Gral. Porfirio Díaz, con quien inició una duradera amistad; fue prisionero de los franceses de 1864 a 1866. Luego se reincorporó al ejército y tuvo a su mando el Cuerpo de Cazadores de Oaxaca con el grado de mayor.
En la acción del 2 de abril de 1867, conocida como la toma de Puebla, nuestro personaje fue herido en un brazo y una pierna, las cuales le fueron amputadas, recibiendo el apodo de "El Incompleto"; pero esta discapacidad no hizo mella en su ánimo y continuó al servicio del ejército mexicano e inició su carrera como funcionario público.
El "Incompleto" fue administrador del timbre, diputado federal y gobernador de Morelos, donde mostró sus dotes de servidor público y constructor de obras de beneficio general, en menos de dos años promovió el establecimiento de vías férreas, tendió líneas del telégrafo, construyó puentes, arregló caminos, ordenó la administración pública y fomentó la cultura; en este ramo impulsó la edificación del Teatro de Cuautla que lleva su nombre.
En el ajedrez político de Díaz, Pacheco fue una pieza importante, lo nombró Ministro de Guerra por unos cuantos días y luego Ministro de Fomento por diez años; "El Incompleto" apuntaló la política porfiriana del progreso con orden, al propiciar la inversión de capitales extranjeros en la minería, ferrocarriles e industria.
Favoreció a los latifundistas al crear las compañías deslindadoras de las tierras ejidales y comunales, terrenos que fueron a dar a manos de los capitalistas nacionales y extranjeros e incluso Pacheco se convirtió en uno de los hombres más ricos del país.
Hombre admirado en su tiempo, a tal grado que en 1884, fue electo simultáneamente como Gobernador de Chihuahua y Morelos, al estado norteño lo gobernó por dos meses y el otro lo declinó por serle incompatible. Chiapas, Sonora y Tabasco lo declararon ciudadano de dichas entidades y benemérito Chihuahua y Morelos. Al morir en 1891 fue sepultado en la Rotonda de los Hombres Ilustres y se le erigió una estatua en Cuernavaca.
Caso insólito en la política mexicana la de este hombre, que venciendo su discapacidad, ejerció sus cargos con dinamismo y entrega, aunque como muchos otros políticos de antes y de hoy, se llenó los bolsillos a costa del pueblo mexicano. En la actualidad, estimado lector, tenemos alcaldes y gobernadores cuyas trapacerías con el dinero del pueblo son bien conocidas y eso que no están… ¡incompletos!