A René Alonso Estrada
Con la aparición de la televisión muchas personas pensaron que la radio tenía sus días contados, si bien, en una primera fase, la novedosa caja de imágenes captó a una buena parte de radioescuchas, pronto la radio retomó su fuerza y bogó por nuevos rumbos, basada en la premisa de que el oyente puede realizar otras actividades mientras escucha su estación preferida, es decir, le permite moverse, en cambio la televisión somete al individuo a la pasividad.
En la actualidad se cuentan por centenares las estaciones de radio distribuidas en la amplia geografía mexicana, además, hay programación para todos los gustos, desde música clásica hasta la colombiana, difusoras especializadas en noticias, otras musicales, unas combinan lo cultural con lo comercial, en suma, es mejor remitirse al aparato radiofónico y mover el selector de estaciones para tener una idea cabal de lo que pasa en la radio.
En cada uno de nosotros hay una huella de la radio grabada en la mente, ya sea una radionovela, un programa musical, cultural, de concursos, la voz de algún locutor o locutora cuya modulación, sonoridad e inflexiones nos hacen recordarlos y porque no, el pegajoso comercial que lo hacía distinto a los demás por su originalidad en letra, música y mensaje.
En fin, la radio ha sido y es un medio de comunicación que llega con facilidad a las masas, con mayor penetración que la prensa y la televisión; ahora bien, mientras la radio se mantuvo en su línea tradicional de informar y recrear no hubo problema para los señores del poder; noticias, canciones, horóscopos, cuentos, radionovelas, informes meteorológicos, boletines oficiales, briznas culturales, dedicatorias y demás tareas rutinarias no causaban preocupación, sobresaltos y disgustos a los gobernantes y a los poderosos de la economía.
Pero, de unos años acá surgió lo que se ha dado en llamar el "periodismo hablado", donde el eje central es la participación del público que con teléfono abierto expone quejas, problemas de la comunidad, opiniones a favor o en contra de funcionarios públicos o particulares que violentan derechos de terceros.
Es en ese momento cuando la radio toma otra dimensión, se vuelve forjadora de corriente de opinión, tribuna y trinchera del pueblo, desahogo de rencores, resentimientos y hasta odios, caja de resonancia al alcance de todos, donde los "sin historia", los marginados de la toma de decisiones, los que viven y sufren en el anonimato la cotidianeidad exponen sus puntos de vista con la única limitación de hacer buen uso de la trilogía teléfono-radio-libertad. Se forja la historia inmediata en base a testimonios, se escucha a los protagonistas, se les cuestiona, se les rebaten argumentos o se les alaban las propuestas en bien de la comunidad.
Hoy, se hace mejor radio, con sus clásicos prietitos en el arroz, una radio más combativa, más penetrante, más punzante acerca de la problemática social; pero, esta nueva proyección de la radio mueve a algunos políticos y a la plutocracia, a tratar de cerrar estos canales de expresión del pueblo y proponen "la ley mordaza".
Al respecto, concluimos con la opinión del respetado periodista brasileño Carlos Chagas emitida el 16 de mayo de 1979, en un simposio promovido por la Cámara Federal sobre la censura en su país:"cuando la noticia se transforma en agente parcial, cuando se disfraza, se oprime, se desvirtúa y se humilla, o mejor dicho, cuando se censura la noticia, cuando se la hace punible, cuando todo eso ocurre, estamos asistiendo no sólo a la subversión de la noticia, a la subversión de la prensa, sino a la subversión de la propia sociedad".