Era la década de los 60's un grupo numeroso de jóvenes se adherían a las luchas de la izquierda en todo el mundo; la llegada al poder de Fidel Castro y sus barbudos, como corolario de la revolución cubana, alentó a la muchachada a inclinarse por un orden social más justo.
La crisis de los misiles, hecho que puso en sobresalto a la población mundial por la cercanía a una conflagración nuclear, reafirmó la admiración hacia los impulsores del socialismo en la región, sobre todo, por haber tenido el descaro de enfrentarse al gigante norteamericano, claro, con todo el apoyo de la ex-Unión Soviética.
La guerra de Vietnam también polarizó a la juventud de la época; marchas, mítines y manifestaciones de repudio al imperialismo del vecino país, se sucedían con frecuencia; en las universidades de Estados Unidos se protestaba por la atroz matanza de jóvenes soldados y muchos de ellos decidieron no cumplir con el servicio militar.
En las universidades e instituciones de educación superior se peleaba "por una educación científica y popular" y el activismo político de izquierda, consiguió escalar peldaños con la conquista de las mesas directivas de escuelas y facultades; después de la represión a los movimientos de los médicos, maestros y ferrocarrileros en el régimen de Adolfo López Mateos, se encarcelaron a algunos de sus líderes, entre ellos Demetrio Vallejo y Valentín Campa acusados del delito de disolución social tipificado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
La liberación de Vallejo, Campa y otros líderes disidentes fue una de las demandas que se incorporó al cada vez más agresivo movimiento estudiantil; la acción clandestina del Partido Comunista o de otros organismos de extrema izquierda y sus más avanzados cuadros, lograron convencer a la muchachada de lo genuino de esta petición.
Valentín Campa y Demetrio Vallejo se convirtieron en símbolos de la lucha estudiantil, obrera y campesina; aquí en Monterrey, luego de obtener su libertad, Valentín causaba verdadera conmoción con su presencia entre la rojería local. Tantos años de lucha, tantos esfuerzos y sacrificios le habían dado una aureola que él, con modestia, rechazaba y se sentía incómodo cuando los bisoños aprendices de comunistas, se paraban a su lado para tomarse la foto, con el fin de presumir ante amigos y compañeros que habían estado con Campa.
Fue en Monterrey donde se patrocinó la publicación de su libro titulado "Mi testimonio: Memorias de un comunista mexicano", editado bajo el sello de Ediciones de Cultura Popular, pero el financiamiento salió de las arcas de algunas dependencias universitarias como la Facultad de Filosofía y Letras y la Preparatoria No. 9.
La Enciclopedia de México en sus primeras ediciones da muestra de su oficialismo y no incluye una ficha biográfica sobre Valentín, ignoramos si en las más recientes lo haga; en cambio el Gran Diccionario Enciclopédico de México Visual, coordinado por Humberto Musacchio, inserta una bien realizada ficha sintética de este personaje.
En Nuevo León, el maestro Israel Cavazos lo incluye tanto en su Diccionario Biográfico como en su obra Escritores de Nuevo León, pero con la salvedad que en ambas, los duendes de la imprenta, dan por fallecido a Campa en 1980; caso similar sucedió con el noticiero de Hechos de TV Azteca, cuando todavía no había muerto.
Conocer la trayectoria sindical y política de Campa es estar ante una vida de congruencia con sus ideales. Valentín a los 12 años pretendió enrolarse en una fuerza de apoyo a Pancho Villa para combatir la ingerencia en territorio nacional del Gral. Pershing y sus tropas; para 1920, trabaja como petrolero en el puerto de Tampico, pero es despedido por su actitud levantisca y rebeldes ante los abusos de los capataces norteamericanos.
El siguiente año trabaja como estibador en San Hipólito, Coah. y ayuda a los vecinos para fundar la primera escuela primaria del poblado; por esos años asiste a la masonería en Nuevo León, en el apogeo de las logias bolcheviques; de aquí en adelante es tan grande el listado de acciones revolucionarias de Campa, que pueden documentarse mes por mes de cada año, en la sección documental que la Secretaría de Gobernación le formó con reportes y avisos de agentes y soplones, y que se encuentra depositada en el Archivo General de la Nación.
El paladín de las aspiraciones populares, el luchador eterno por el socialismo, primero y luego por la democracia, este regiomontano ilustre, combativo y símbolo de lucha, merece que perdure su memoria entre los nuevoleoneses, imponiéndole su nombre a calles o avenidas, o se le recuerde con un busto o estatua.