Era otro México, otro tiempo, otras ideas, si, efectivamente el nacionalismo revolucionario ganó terreno apoyado en los postulados de la Revolución Mexicana, poco a poco se conformó la mentalidad del pueblo en base al sentimiento pro campesino y obrero; las masas irredentas vieron en el Presidente de la República al adalid que los iba a sacar, por fin, de la marginación y la pobreza.
La educación se tornó socialista, cuya meta era el avance del proletariado en dura lucha contra empresarios y patrones; éstos pusieron el grito en el cielo dándose a la tarea de organizar la rebelión, apoyándola con gruesas sumas de dinero y una legión de escritores para denostar a las teorías marxista-leninistas, cuya asimilación por el pueblo, era lenta y difícil.
Las huelgas de los trabajadores proliferaron y Monterrey fue testigo de ello, con la huelga en la Vidriera; la situación se puso al rojo vivo, a tal grado que intervino el Presidente Lázaro Cárdenas para controlar los acontecimientos y de paso dar una regañina a los industriales, en un teatral efecto -no fue más allá- que el haber llegado a un acuerdo con los capitanes de las empresas regiomontanas.
Cárdenas repartió tierras a diestra y siniestra, creó cooperativas e impulsó el paternalismo gubernamental que tan caro ha salido al pueblo mexicano, pero las compañías petroleras eran verdaderos feudos hasta entonces intocables.
El país recibía pocos beneficios de la explotación del petróleo, por lo que Lázaro Cárdenas decretó su nacionalización y a partir del 18 de marzo de 1938, la economía mexicana se comenzó a ligar indisolublemente al oro negro; sin embargo, PEMEX se convirtió en un auténtico pozo de malos manejos, corrupción, dispendio, donde líderes y administradores de la peor calaña abultaron la nómina y dilapidaron recursos monetarios y materiales.
En la actualidad, nuestra economía está petrolizada, el presupuesto federal se nutre en buena parte de los dólares provenientes del petróleo y la estabilidad económica se tambalea, cuando los mandones mundiales deciden bajar su precio.
Nuevamente estamos en la encrucijada, en el laberinto, en este momento no se habla de precios bajos, sino de la posibilidad que se agote tal recurso natural, las cifras no son claras, el atraso tecnológico es evidente, no hay un proyecto petrolero serio y a largo plazo, esto nos hace preguntarnos: ¿Nos espera en lo económico un NEGRO FUTURO?