Las tolvaneras políticas son frecuentes en Sabinas, desde el establecimiento del Real en 1693.
El sabinense, imbuido por un alto sentido cívico, participa, crítica, arremete, se amotina y exige con fervor y dinamismo envidiable, por lo que la historia del pueblo está pletórica, rebosante de hechos y acciones donde se manifiesta su actitud ciudadana.
Botón de muestra fue la elección del ayuntamiento que rigió en el año de 1827; después de una reñida elección, a los insultos siguieron las armas. La bronca tomó carácter de fenomenal, lo que ahondó más la división entre los habitantes.
Don Gregorio de la Ibarra, representante de la pobrería local, venció en buen lid al candidato de los ricos hacendados, Alejo Ancira. Estos no conformes con el resultado recurrieron a diferentes argucias para convencer a “vecinos incautos que fue nula la elección del 25 de diciembre último”.
Ignacio de Llano, líder de los hacendados, impugnó la votación y provocó enfrentamientos entre los dos grupos, a tal grado que Ibarra fajándose los pantalones, apoyado por el pueblo, castigó fuertemente a quienes lo insultaban y a los más airados los mandó presos a Villaldama.
En memorial enviado al Gobernador, el munícipe expone las razones por las que la mayoría no apoyaba los candidatos de los ricos:
- Nunca han acreditado adición a nuestro sistema federal.
- Tratan con opresión a sus semejantes por tener mayor fortuna.
- Siempre han tratado de arruinar a este oprimido vecindario de las ventajas y medios de subsistencia.
Al hacerse cargo del gobierno estatal Manuel Gómez de Castro, reconoció a Ibarra para beneplácito de los desheredados y muina de los ricos, sin embargo la división se acentuó, lo que repercutiría en años posteriores.
Fuente: A.G.E.N.L. Correspondencia con Alcaldes Primeros. Sabinas Hidalgo. Caja 1.