La vida transcurría normalmente en aquel rancho ganadero propiedad del Sr. Gilberto Garza, predio no muy distante de Sabinas Hidalgo, localizado al sureste de este municipio. El encargado de cuidar este lugar era el caporal Juan Villarreal Landín quien a diario iba por las mañanas desde su casa ubicada en el "Pasito", justo donde se unen las calles Iturbide y Mier y Noriega.
Regresando como siempre después de haber cumplido con su trabajo, todas las tardes montado en su briosa potranca, cruzando las corrientes de las aguas del Río Sabinas por el lado norte del puente de la Carretera Nacional, donde a diario acudían muchas familias a lavar sus ropas en aquellas limpias y cristalinas aguas.
Cabe hacer mención que el Sr. Juan Villarreal, como era soltero vivía con su Sra. madre Andrea Landín, siendo por ello que regresaba después de cumplir su trabajo para estar al cuidado de ella, dada su avanzada edad.
Un jueves 23 de septiembre de 1955, como de costumbre al volver a su hogar y querer atravesar las corrientosas aguas, aquella noble potranca se resiste hacerlo, por lo que después de exigirla a cruzar a base de espuelazos y azotes con la "Cuarta", logra su propósito ante las burlas y gritos de las familias presentes, lo cual fue motivo de su enojo y al llegar a casa le comenta a su madrecita aquel penoso incidente, prometiéndole que al día siguiente vendría montado en un bonito caballo propiedad de su patrón para demostrarles a quienes se habían burlado de él, que era un experto jinete que sabía dominar a esas bestias y que aquel incidente sería cosa del pasado.
Al día siguiente, viernes 24 de septiembre, llegada la tarde, le coloca la montura a un hermoso potro que tenía tiempo de no ser montado y ante la mirada de otro compañero de trabajo quien además trataba de convencerlo de no usar ese animal por lo peligroso que resultaba al haber tenido mucho tiempo sin utilizarse.
Haciendo caso omiso de la advertencia de su amigo, coloca el animal en el centro del patio de aquella casa, montándole de inmediato al tiempo que comienza a "reparar" bruscamente, pero como buen jinete no se cae, mas de pronto al jalarle el freno hacia arriba, se para de manos y se azota hacia atrás cayendo sobre su cuerpo, quedando tendido sobre el suelo y sin poder levantarse. Al ver esto su compañero de trabajo lo sienta como puede en una silla, corriendo presuroso a darle aviso a su patrón de lo que acababa de suceder y al llegar al lugar de los lamentables hechos, rápidamente traslada a su caporal golpeado en su camioneta, llevándolo al pueblo para que lo examinara un doctor quien después de auscultarlo le diagnostica estallamiento de víceras, comentándole en forma separada a Don Gilberto que a su trabajador le quedaban pocas horas de vida a pesar de que con dificultad podía ponerse de pie y caminar, ello como consecuencia de que era un hombre muy sano, sin vicios y tan solo cuarenta años de edad.
El diagnóstico del médico se cumplió, falleciendo con su asistencia el sábado 25 de septiembre de 1955 en su casa a eso de las seis de la tarde rodeado de su inconsolable madre y demás familiares. Al día siguiente después de ser velado, sus restos mortales fueron trasladados al cementerio del Barrio del Aguacate a bordo de una carroza de madera estirada por un caballo y guiada por el Sr. Guadalupe Lozano, vehículo que era seguido a pie por una gran cantidad de familiares y amistades. Así terminó la vida de este sabinense, persona muy trabajadora y responsable que supo ganarse el cariño y estimación de los patrones para quienes trabajó.
Profr. Otoniel Arrambide Villarreal
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo