En nuestros días, México vive una aguda y crónica crisis de corrupción, inseguridad y una total indiferencia ante la diversidad de problemas que aquejan a este histórico y noble país herido de gravedad. Urge que los tres poderes de la federación y muy en especial el Ejecutivo, se pongan a trabajar y rescatar del sufrimiento a lo que queda de nuestra ya de por si, pobre nación.
Los problemas no se solucionan con discursos impregnados de demagogia, fuera de toda realidad, como si sus gobernantes vivieran en el país de las maravillas. Ya es tiempo de que todos quienes ejercen el gobierno, se acerquen al pueblo, el cual los eligió, para que lo escuchen y traten de usar toda su capacidad para presentar alternativas viables de solución: generación de empleos al abrir nuevas fuentes de trabajo, eficientizar los servicios de salud pública, mejorar la seguridad ciudadana, elevar la calidad de la educación, dar solución a la problemática de los maestros, etc.; éstos y no otros son los asuntos que urge darle solución en este país con 53 millones de pobres, 27 de ellos en extrema pobreza y 7 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan por diversas razones y que se encuentran a merced de la influencia negativas de las malas compañías que los ilusionan e inducen al mundo de la delincuencia donde les espera una vida de miedo y terror y que por lo general acaban en la cárcel o son aniquilados a muy temprana edad.
Es triste darnos cuenta a través de los diversos medios de comunicación como nuestra Patria se deshace en las manos de nuestro Presidente Lic. Enrique Peña Nieto, al ver como en el Estado de Michoacán, nuestros hermanos michoacanos viven en un clima de inseguridad, dando lugar a que algunos levanten sus voces pidiendo la desaparición de poderes, motivados por la larga ausencia de su enfermo Gobernador Fausto Vallejo, quien hace unos días retomó su mandato, ufanándose de que se siente fuerte y saludable, aunque su físico muestre lo contrario, como si con esto se pudiera arreglar este maltrecho Estado mexicano que como alguien dijera alguna vez: "Hechos son amores, no buenas razones".
Como buenos y patriotas mexicanos, debemos unir nuestras voces y pedir con todo respeto a nuestro Presidente que se baje de la nube en que anda, que atienda personalmente el llamado de esos mexicanos que a diario están en peligro de muerte, que aparte de seguir brindando los programas sociales en busca de futuros votos y de costosa publicidad que no es otra cosa que el culto a su personalidad; tiene la obligación y el compromiso de estar al lado de quienes en estos momentos mas lo necesitan y de esta forma se evite más derramamiento de sangre. El juicio de la historia es muy certero y sabe poner en su justo lugar a sus gobernantes de acuerdo a su actuación durante el desempeño de sus mandatos, esperemos y lo deseamos de corazón que nuestro Primer Mandatario pueda ser colocado en un lugar privilegiado y ser recordado como un gran Presidente, todo dependerá de la forma en que sepa dirigir los destino de este México lindo y querido.
Profr. Otoniel Arrambide Villarreal
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo