Cuando de plano en el año de 1964, había abandonado sus estudios, se dedica a trabajar en el taller propiedad de un tío suyo, en el cual se construían aparatos alimentados con gas natural en los cuales se cocinaban exquisitos chicharrones.
Cargado con estos aparatos recorría las carnicerías de las diversas colonias de la ciudad de México, ofreciéndolos en venta, obteniendo recursos económicos producto de las comisiones, los cuales le permitían seguir en esta gran urbe, viviendo con este familiar que de buena manera lo había recibido después de verlo sufrir entre aquel mar interminable de gente.
Este gusto poco le duró, pues al año siguiente su tío contrae matrimonio y le da a entender que ya no le era posible continuar alojándolo en su casa, situación que Santiago supo comprender y de inmediato echó a volar su memoria recordando que ya se le habían ido en esa ciudad, cuatro valiosos y maravillosos años de su existencia y que en ese año de 1965, estaba próximo a cumplir 19 años. Al hacer la evaluación de esa época de su vida, reflexionó y se dio cuenta que le había sido poco favorable por lo que decide entonces regresar de nueva cuenta a Estación Rodríguez donde todavía vivían sus padres, quienes como de costumbre lo reciben con los brazos abiertos, dándole todo su apoyo y comprensión como todo unos buenos progenitores, ya que para la gran mayoría de los padres, no existen hijos malos y por ello se propusieron a que siguiera intentando alcanzar nuevas y mejores metas, sin perder la fe y la esperanza en el a veces difícil camino de la vida.
Es de esta forma que en el mes de mayo de ese mismo año, se coloca como despachador de productos en un negocio de la localidad denominado Mercantil Anáhuac. Habían pasado poco mas de tres meses, cuando en su casa reciben la visita de unos primos suyos, residentes en Houston, Texas; quienes lo invitan a irse con ellos a esa ciudad donde recién habían iniciado un negocio de estética unisex, para que aprendiera ese oficio, invitación que acepta con mucho gusto y no menos entusiasmo, emprendiendo el viaje aproximadamente la tercera semana del mes de agosto, encontrándose en la aduana de Laredo con un gran inconveniente: no traía la Cartilla Militar, negándole el permiso para ingresar a los Estados Unidos de Norteamérica. Ante tal negativa, no le queda mas alternativa que volver a la casa de sus amados padres, quienes le dan la buena noticia de que una hermana de su mamá cuyo hijo de nombre Oscar Villarreal Jiménez, está próximo a cursar el tercer año en la Escuela Normal “Pablo Livas” de Sabinas Hidalgo y lo está invitando a estudiar como su hijo, la carrera de maestro.
El Profr. Santiago consideraba muy distante la idea de iniciar de nueva cuenta otros estudios, dada su edad, pero su padre que nunca perdió la esperanza en su hijo, sabiamente le aconseja y le pide que haga otro nuevo intento, pensando seguramente en la idea de que el mundo es de los audaces, de los perseverantes a pesar de las adversidades que a toda persona en algunos momentos de su vida se le suelen presentar, tomándolas como oportunidades para aprender.
Profr. Otoniel Arrambide Villarreal
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo