Recuerdo con nostalgia la grata noticia que a nivel mundial, los medios de comunicación se encargaron de difundir en referencia a un gran adelanto en el campo de la medicina consistente en el primer trasplante de corazón en un ser humano allá por el año de 1967, acontecimiento que tuvo lugar en Ciudad del Cabo, Sudáfrica; por un equipo médico dirigido por el eminente Dr. sudafricano Christian Barnard, quien de inmediato saltó a la fama en todo el mundo
Pero lo que por aquel tiempo no se supo fue el hecho de que uno de los integrantes de ese equipo médico, era un humilde doctor de la raza negra llamado Hamilton Naki, siendo precisamente él, quien retiró el corazón del cuerpo del donante para ser colocado en el del receptor de una persona que llevaba por nombre Louis Washkanky, convirtiéndose Naki en el segundo cirujano más importante detrás de Christian Barnard, pero para su mala fortuna y debido al color de su piel, no le fue permitido salir en las fotos y cuando por accidente o descuido del camarógrafo salió en una de ellas, las autoridades del hospital, se apresuraron para aclarar ante los medios de comunicación que solamente se trataba de un empleado de la limpieza, ello debido a que en ese país se practicaba por entonces el sistema de segregación racial llamado Apartheid, donde los hombres de piel blanca tenían grandes privilegios y derechos en perjuicio de la raza negra, la cual sufría como consecuencia de este discriminatorio sistema racial, hoy obsoleto por ser inadecuado para la igualdad de derechos en la raza humana.
Hamilton Naki usaba bata y mascarilla, aunque jamás estudió medicina ni cirugía ya que había desertado de la escuela a los 14 años de edad. Trabajaba como jardinero en la escuela de medicina y posteriormente lo ubicaron en la limpieza de las jaulas donde se tenía a los perros y cerdos que eran utilizados en las prácticas de los médicos; era curioso y observador, aprendiendo muy rápido las técnicas del trasplante de órganos en estos animales, convirtiéndose de esta manera en un cirujano excepcional a tal grado que el Dr. Christian Barnard lo llamó para ser parte de su equipo de cirujanos, aunque era un problema para las leyes sudafricanas ya que por ser de piel negra no podía operar pacientes ni tocar sangre de los blancos, pero las autoridades del hospital lo consideraron tan valioso que se vieron en la necesidad de hacer una excepción con él, convirtiéndose así en un CIRUJANO CLANDESTINO.
Era el mejor, daba clases a los estudiantes blancos, pero recibía salario de técnico de laboratorio, el mayor que el hospital podía pagar a un hombre negro. Vivía en una barraca sin luz eléctrica y agua corriente, en un barrio de la periferia como correspondía a un negro. Enseñó cirugía durante 40 años y se retiró con una pensión de jardinero recibiendo $275.00 dólares por mes. Cuando el Apartheid fue abolido por los años noventas, le concedieron una condecoración y el título de Honoris Causa. Nunca reclamó por las injusticias de que fue objeto a lo largo de su vida. Muere en el mes de mayo de 2005, a los 78 años de edad. La sociedad siempre le estará agradecida y en deuda por todo lo que hizo por la humanidad en el campo de la medicina, aún por encima de sus propios intereses. ¡Gracias Dr. Hamilton Naki! ¡Dios lo tenga en su Santa Gloria!
Profr. Otoniel Arrambide Villarreal
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo