Por el año de 1546, se fue a radicar a la ciudad de Marsella, dedicándose a las actividades de boticario y perfumista, hasta que en forma inesperada apareció una peligrosa epidemia llamada "Carbón Provenzal", siendo el poblado de Aixen-Provence donde esta plaga se desarrolló con mayor intensidad. A las personas contagiadas de este mal se les ponía la piel negra como el carbón, de allí el nombre que recibió; además después de padecer fuertes dolores, morían inevitablemente. Nostradamus, médico inquietante, inventó un mejunje que estaba compuesto de: resina de ciprés, ámbar gris y zumo de pétalos de rosa que tenían que recolectarse en cestos, por las madrugadas. Con este compuesto, fue posible cortar el contagio, acabando con esta terrible enfermedad, lo que le dio a este personaje gran notoriedad al colocarlo en los umbrales de la fama.
Al año siguiente instaló su consultorio en la Villa de Salón, donde recibía a su numerosa clientela la que ansiosa esperaba para ser atendida y comprarle sus curativos aceites, pócimas y diferentes bebidas que aliviaban todo tipo de malestares. Por ese tiempo elaboró una de sus más relevantes mixturas, capaz de curar la esterilidad en los humanos, recetándosela a la reina Catalina de Médicis, esposa del rey de Francia Enrique II. Por espacio de once años la reina había permanecido sin tener hijos, mientras celosa y enfadada veía al rey rodeado de bellas y jóvenes amantes. Tras tomar Catalina ese que se supone fue un repugnante preparado, empezó a procrear hijos en forma continua y casi milagrosa, llegando a once el número de descendientes.
En los años posteriores el prestigio de Nostradamus creció hasta límites inconcebibles, cuando en una de sus famosas predicciones que se refería a la forma en que iba a morir el rey Enrique II, se vio cumplida tal y como la había pronosticado. Cuando el rey se dio cuenta de esta profecía no le dio la menor importancia por lo que expresó: "No existe apariencia alguna que yo vaya a morir de tal manera. El rey de España y yo acabamos de hacer la paz y aunque no la hubiéramos hecho, dudo mucho de que llegásemos a batirnos en un duelo ocupando tan alta dignidad". Los aficionados a las profecías de Nostradamus, pronto encontraron en las Centurias, una cuarteta donde se encontraba la predicción sobre este fatal acontecimiento:
"El joven león al viejo ha de vencer,
en el campo del honor, con duelo singular.
En jaula de oro, sus ojos sacará,
de dos heridas una, para morir muerte cruel".
El hecho trágico sucedió de la siguiente manera: en uno de los torneos celebrados para festejar la conclusión de la guerra con España, el rey quiso lucirse midiendo sus fuerzas con Montgomery. Éste último golpeó por accidente con su lanza la coraza de Enrique, con tan mala suerte que una astilla penetró bajo la visera del yelmo real, que brillaba como el oro. Como lo pronosticaba la profecía, el joven león escocés era doce años más joven que el rey de las dos heridas, fractura de cráneo y ojo atravesado. La crueldad de la muerte se manifiesta en la agonía de Enrique la cual duró más de doce días; cumpliéndose los versos con fatídica exactitud. Nostradamus solo se equivocó en un detalle, pues no fueron los dos ojos, sino uno el herido; por lo demás, la precisión del acontecimiento fue asombrosa y la fama y reputación de este médico y vidente no iba a decaer hasta su muerte que él mismo se encargó de predecir.
Profr. Otoniel Arrambide Villarreal
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo