A la memoria de dos entrañables amigos: Pablo Garza y Socorro García Q.E.P.D.
Se ha ido al descanso eterno, un buen amigo, amante de la lectura, buena música, estudioso de la astronomía, filósofo, un hombre culto al que recordaré siempre por el amor a su profesión y su fino humorismo sin llegar nunca al insulto, o a la ofensa.
Como suele suceder, al enterarme de su fallecimiento dieron vuelta por mi memoria infinidad de sucesos, anécdotas de algunos convivios, pequeños viajes, de la familia, del trabajo, pláticas o debates casi a diario con los amigos.
“De la que te perdiste anoche”, se reía de su proeza, “Pues no se le ocurrió al “Orate” el tema del béisbol sin conocer nadie de los presentes algo al respecto”. “Yo les hable de los scouts que comentaste en el programa diciéndole que eran unos espías que estudiaban con anterioridad los puntos más vulnerables de los bateadores contrarios y transmitían con señas a su batería para dominarlos con una recta cortada, sliders, cambio, tenedor, screw ball etc. y se quedaron lelos, bueno, para las 10 ya estaba con La Chispa echándome un menudo”.
Cómo olvidar otro tema muy serio, el de nacer o renacer; alguien aseguraba que nacer es un milagro, pero el hecho de repetirse miles de veces al día en el mundo no se manifestaba así.
Respetando todos los razonamientos por fantasiosos que sean argumentaba “El Sabio” sentado en la plaza después de media noche: “Los seres vivos, y concretamente los humanos nacemos de dos microscópicas células que van creciendo en el seno de nuestra madre, evolucionando hasta darnos todo un organismo con todas las posibilidades abiertas a la realidad”.
¿Entonces el nacimiento no se da al llegar a la tierra, con desprendimiento del cordón umbilical con nuestras madres, o al respirar y buscar instintivamente el alimento? preguntaba el neófito.
Su servidor pasa a retirarse –intervenía Pablo–, porque corresponde abrir a las 6 de la mañana la estación y a manera de despedida les dejo este “torito”, para mi no se da en el momento de la unión celular, ni al cortar el cordón umbilical, jamás, en estado inconsciente.
“En lo personal, el prodigo de nacer es estar consciente, activo, es decir aquí estoy al servicio de las artes de las ciencias en uso de la razón, aspirando día a día a la superación personal o colectiva, con honradez y con decoro. No se si me entiendan, pero si no nos realizamos como seres humanos habremos desaprovechado todo, porque el secreto no está en nacer, sino en renacer para vencer la muerte, porque jamás morirá quien haya nacido al mundo de los eternos valores, al mundo de la inteligencia, a ese mundo perdonen la insistencia, que nos pertenece mas allá del tiempo y del espacio”.
“Repito, el secreto no está en nacer, sino renacer para aportar algo a la humanidad, venciendo todos los obstáculos que se presenten, creciendo como buenas personas, mejorando el entorno y progresar sin perder el piso, los soberbios no viven ni dejan vivir, solo vegetan” .
Así quedó grabado en mi mente mi amigo Pablo Garza Garza que hace dos años requirió por teléfono mi presencia en su domicilio para comentarme: “Mi ciclo ha terminado, estoy más preparado que nunca para afrontar lo que venga y a la vez hacerte un regalo, no sin antes desearte lo mejor el resto de tu vida”.
Asistí al velorio, sin embargo, un compromiso ineludible impidió estar presente en su funeral, no a despedirme donde descansarán sus restos al lado de Socorro, su compañera de toda la vida, sino a decirle sin que me oyera: Hasta luego queridos amigos que aprobaron todas las etapas de su existencia, incluyendo su propia filosofía: Nacer y Renacer.
Ramón Ábrego Vázquez
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo