En esta época del año que la hemos hecho más para compartir regalos que reflexionar, comunicarnos, limar asperezas cuando las hay y amarnos, me trae a la memoria gratos recuerdos de mi infancia.
Y no precisamente porque Santa Claus vaciara su trineo lleno de juguetes y golosinas en el barrio del Buche, aunque regalos nunca faltaron gracias a los familiares foráneos con más recursos económicos que los nuestros.
Las hermanas de mi padre radicadas desde su matrimonio en el Distrito Federal y al norte de los Estados Unidos, asistían puntualmente con toda su familia a pasar la Noche Buena con él, que las integró con nosotros siendo adolecentes al fallecer mi abuela y los varones con residencia aquí se unían a la convivencia.
No me acuerdo de la existencia de hieleras llenas de cerveza, si acaso una botella o dos de vino generoso para el ritual de las 12 uvas, eso sí, mucha comida, los del norte con su pavo los del sur con romeritos, champurrado, buñuelos, tamales etc. preparados por ellos mismos, nosotros con los tradicionales frijolitos con cueritos de puerco de acá Don Teófilo Gutiérrez y mis tíos de su majada o la del vecino, no lo se, el cabrito no fallaba.
Mis padres cumplieron su ciclo, sus hermanos también, los primos ya adultos integraron en diferentes partes del mundo su propio círculo y los que conservan el espíritu navideño y posibilidades ya no regresaron por la inseguridad.
No estamos solos, contamos con hermanos, hijos, nietos, y para presumir, excelentes amigos, pero volviendo a lo mismo, ya no veo a los vecinos amanecer alrededor de una fogata en el patio de uno de ellos, todo se ha estado extinguiendo, hasta la celebración del que vino a promover la paz no es la misma.
La pretensión no es regresar al pasado ni combatir la violencia generando mas violencia, sino predicar con el ejemplo los valores empezando con el amor que nos armoniza con el universo coadyuvando a descubrir la misión por la que estamos en este maravilloso mundo y encontrar el camino para guiar nuestra vida a un ambiente de paz y armonía.
Y no es más que el amor, la condición esencial de la vida el que va más allá de la atracción física o intereses materiales, es el amor, insisto, el sentimiento mas intenso con el que el hombre puede solidarizarse,para disfrutar una noche buena y hacer realidad: Una feliz navidad.
Ramón Ábrego Vázquez
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo