Recientemente el papa Francisco I nos recordó la importancia de la familia en estos tiempos tan difíciles: "frente a la cultura deshumanizadora de la muerte, la familia debe convertirse en promotora de la cultura del respeto a la vida en todas sus fases, desde su concepción hasta su ocaso natural". Y la Iglesia católica considera como protector de la Sagrada Familia y de la familia cristiana a san José al cual se le conoce de distintas formas: patriarca, padre, casto, confesor, el primero de entre todos los Santos, el santo varón, el hombre justo, el obrero, el santo silencioso.
La tradición lo hace originario de Belén de Judá, por ello le llaman san José de Belén, pero también se refieren a él como de Nazaret. Posiblemente falleció antes del inicio de la vida pública de Jesús en Nazaret de Galilea. Los padres de José eran Jacob (Santiago) y Abdit (o Juana) Jacob era natural de Belén. Sus padres eran Mathan y Estha. Abdit es llamada por algunos Abigail también de Belén cuyos padres son Eleazar y Abdit.
José es el esposo de María, la madre de Jesús de Nazaret y, por tanto, es el padre terrenal de Jesús. En los textos griegos señala que era “teknón”, constructor o artífice. Ya en las traducciones queda como carpintero (Mt 13, 55): “No es éste el hijo del carpintero?”, un oficio que enseñó a su hijo: “¿No es éste el carpintero?”. (Mc 6, 3) Mateo nos lo presenta como “Justo” (1, 19). Observante de la Torá (1,18-24) A principios de su evangelio nos muestra parte del drama que al saber que María estaba embarazada. Iba a repudiarla en secreto porque era justo, pero no era de su agrado que la apedrearan según lo dispuesto en la Torá (Dt 22,20-21). Pero también es responsable y fiel protector de la Sagrada Familia en la huida a Egipto. (2,13)
Mateo y Lucas hacen referencian a su estirpe real: de Abraham hasta David y de David a José, un total de 42 generaciones ( Mt 1, 1-18). Se ignora la fecha de su muerte, aunque se considera que murió cuando Jesús tenía ya más de 12 años, pero antes del inicio de su predicación. Lucas menciona que sus padres lo llevaban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua (2, 41). Después no se le menciona durante el ministerio público de Jesús, por lo que se presume que murió antes de que éste tuviera lugar.
Los grandes propulsores del culto a san José fueron Santa Teresa de Jesús, los carmelitas descalzos, y los jesuitas. La vida y obra de San José fue tratada por diversos padres y doctores de la Iglesia. Incluso hay una disciplina particular de la Teología llamada Josefología. Por la cercanía a María y Jesús, por ser observante fiel de los designios divinos, algunos teólogos católicos sostienen que José subió al cielo en cuerpo y alma. Para San Ireneo de Lyon: “José, al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la María es figura y modelo”.
Agustín de Hipona se refiriere a José y a María: “Lo que el Espíritu Santo ha obrado, lo ha obrado para los dos. Justo es el hombre, justa es la mujer. El Espíritu Santo, apoyándose en la justicia de los dos, dio un hijo a ambos”. Según santo Tomás de Aquino, había razones de conveniencia para que Jesús naciera de una mujer casada, para que Jesús no fueses rechazado por ser hijo de una madre soltera, y para que María no corriese el riesgo de ser lapidada. Si José, al nacer Jesús, no estuviera en edad de engendrar un hijo, la imagen de María no hubiese podido ser preservada. Lo más probable es que José rondara los cuarenta años en la época del nacimiento de Jesús.
Los franciscanos tienen a san José como modelo de fidelidad, humildad, pobreza y obediencia para los seguidores del pobre de Asís. Dice san Bernardo que "los cuerpos sombrean la luz”; cuando a la vista se le presenta la luz perfilada por los cuerpos tenemos un icono. "Icono y sombra del Padre" se llama a San José. Santa Teresa de Jesús nos recomienda: “las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; a este glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas”.
La exhortación apostólica “Redemptoris Custos”, (Sobre la figura y la misión de San José en la vida de Cristo y de la Iglesia) escrita por San Juan Pablo II y publicada el 15 de agosto de 1989, es considerada la carta magna de la teología de san José: “Llamado a ser el Custodio del Redentor, «José… hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer» (Mt 1, 24). Desde los primeros siglos, los Padres de la Iglesia, inspirándose en el Evangelio, han subrayado que san José, al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y modelo”.
A san José de le considera patrono y protector del trabajo, especialmente de los obreros. En 1955 Pío XII le dio una connotación cristiana a la efeméride del Día Internacional del Trabajo. Lo es también para los carpinteros, emigrantes, viajeros, de los niños por nacer y de la buena muerte, pues se supone murió en brazos de Jesús y María. Es considerado el protector contra la duda. El papa Pío IX lo proclamó en 1870 patrono de la Iglesia universal porque como padre terrenal de su cabeza lo es también de su cuerpo místico.
Los seminarios y las casas de formación tienen en san José como el rector y guía, donde se formó el Sumo Sacerdote Eterno según el orden de Melquisedec. También para los maestros porque fue maestro del único Maestro. Protege a quienes se han quedado sin trabajo o vivienda o los jóvenes que la buscan como el hogar de su futura familia. Para quienes buscan algo tan amargamente perdido. Patrono de los constructores y de los ingenieros industriales. De aquellos que se dedican a la capacitación y la formación profesional de todos los oficios lo invocan pues san José formó profesionalmente al Hijo de Dios hecho hombre, creador del orden del universo y de sus causas.
Es patrono y modelo de la vida interior, y de la exterior, porque la vivió pobre y en silencio: no nos ha llegado de él palabra alguna. Es ejemplo para la vida seglar y para la vida religiosa.
Los peregrinos pueden invocarle en todas sus necesidades, hasta para encontrar a Cristo si le pierden, porque él lo hizo antes que ellos. También de los novios y del matrimonio. José fue novio casto y fiel. Los noviazgos de hoy tienen mucho que aprender.
Tal vez uno de los nombres más socorridos en la población masculina es José junto con Jesús, Juan y Francisco). El nombre de José (o Joseph) es un nombre de origen hebreo que deriva de yôsef que significa “añadir”. La explicación del significado de este nombre se encuentra en el libro del Génesis: “Entonces se acordó Dios de Raquel. Dios la oyó y abrió su seno, y ella concibió y dio a luz a un hijo. Y dijo: “Ha quitado Dios mi afrenta y le llamó José, como diciendo: Añádeme Yahveh otro hijo” (Gén30, 22-24)
Quienes llevan el nombre de José les dicen Chepe o Pepe. Aquí en Monterrey un poblador de nombre José Vera tenía una loma que luego el segundo obispo fray Rafael José Verger consiguió para construir el palacio episcopal de nuestra Señora de Guadalupe en 1787. A esa loma le decían de Chepe Vera. Dicen que el acrónimo Pepe viene de P.P. “Padre Putativo” como resultante del conjunto de ambas iniciales. Otros piensan que se trata de una versión reducida de Jusepe (antigua versión del nombre en español).
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de Santa Catarina