A lo largo de la carretera que viene de Saltillo a Monterrey encontramos muchos monumentos y cruces; nos recuerdan a personas que dejaron ahí su vida para encontrarse con la muerte después de un accidente carretero. Los relatos acerca de fantasmas y aparecidos son historias comunes entre quienes recorren ésta vía como de aquellos que viven o trabajan cerca de la misma. Por ejemplo, los conductores que transitan por la Cuesta de los Muertos aseguran haber visto a una mujer vestida de blanco que pide aventón con la intención de llegar a su casa situada en Rinconada. Una vez que la mujer sube al camión, platica un rato con el chofer para luego desaparecer. En su honor se le compuso una canción conocida como “El Corrido de la Muerta”. Indudablemente las curvas, las continuas neblinas y lluvias provocan accidentes.
Las historias de fantasmas en las carreteras son muy comunes. Muchísimas personas mueren en estas debido a diferentes causas y accidentes automovilísticos. Aparentemente los muertos parecen no darse cuenta que ya han dejado este mundo y siguen regresando al mismo lugar donde murieron y por ello vemos sus fantasmas en la carretera. Todos con la misma historia y desenlace: la persona que murió en ese lugar fue víctima de su imprudencia o de otro que lo afectó. Iba conduciendo a alta velocidad y por un descuido cayó a un barranco y murió. Lo extraño comienza cuando más personas tienen accidentes en ese mismo lugar. Al investigar los testimonios de gente que vive en los alrededores, sabemos que algo misterioso jala a los vehículos por el mismo recorrido fatal. Otros conductores han estado cerca de sufrir el mismo accidente pero lo han evitado. A partir de estos sucesos comienzan la leyenda acerca del hombre, de la mujer o de la familia que murió en ese lugar. Entonces las leyendas adquieren fama.
Entre Saltillo, Ramos Arizpe y Monterrey siempre hay una cantidad considerable de tracto camiones, autobuses, camiones y automóviles que diariamente recorren el tramo entre las dos ciudades. Para quienes vivimos en Santa Catarina es común el saber de heridos y muertos en esos lugares. Los accidentes son causados por los mismos vehículos pero también advierten que son provocados debido a fantasmas que de pronto de aparecen en medio de la carretera, haciendo que el conductor pierda el control y se salga del asfalto. Para los federales de caminos, más bien los problemas se deben al exceso de velocidad o al estado inconveniente de quienes manejan. Sin embargo, para muchos existe algo sobrenatural debido a los múltiples accidentes que se han registrado preferentemente en el trayecto entre el entronque a Villa de García, la Cuesta de Carvajal y la Cuesta de los Muertos.
Los monumentos y cruces se ponen en el lugar del deceso como una señal para ubicar al espíritu del difunto quien a veces no acepta o reconoce su nuevo estado. También como señal de respeto la gente colocaba piedras sobre la misma cruz como una muestra de oración en honor a quien ahí murió. En la carretera pasa y sucede de todo: desde lugares donde sexoservidoras ofrecen su trabajo a los chóferes, mecánicos sin taller y al servicio de algún vehículo averiado. Fondas en los que se ofrece carne asada a llenar. Otros que venden las ristras de ajo. Los macheteros que hacen señales a los tracto camiones para ayudar en la descarga del mismo. Talleres improvisados en donde arreglan y cambian llantas, pero también de personas que venden gasolina y diésel robado; gente que se dedica a limpiar o recoger lo que otros tiran o queda después de un accidente cuando se voltea el camión. Y de personas que también entran a los terrenos del ocultismo: lectura de cartas, tarot, ouija y demás. Por ello para quienes conocen y saben de las cosas que suceden en la carretera, previenen de que algo malo se pueda manifestar y presentarse de manera sensible y es en estos casos en los que pueden ver cosas inexplicables.
El ser humano tiende a levantar monumentos y recuerdos en donde algo significativo ocurrió. Precisamente un trofeo se hacía con todas las cosas que quedaban regadas en el campo después de un combate y luego acudían a él para recordar a los caídos. Luego ese nombre designa a lugares y los sitios nos refieren cosas misteriosas que debemos aprender o saber de ellas para conocerlas. Por ejemplo, la Cuesta de los Muertos nos plantea dos aspectos: se llama así por ser el tramo más peligroso de la carretera Monterrey-Saltillo y a sus cañadas han caído infinidad de vehículos. Es el punto donde la neblina hace imposible la visibilidad y la lluvia convierte al asfalto en un patinadero. Para quienes conocieron el viejo tramo que afortunadamente aún existe, cuentan que muy apenas cabían dos camiones en su ancho.
Por otro lado, sabemos que el camino estaba repleto de cruces pues los indios gavilanes y tobosos que ahí vivían durante el siglo XVII y XVIII eran muy dados a robar y a matar a sus víctimas. La Cuesta de los Muertos fue lugar de frontera entre la Nueva Vizcaya y el Nuevo Reino de León y el punto limítrofe entre Saltillo y Monterrey. Ahí se juró la Independencia del Nuevo Reino de León y el famoso plebiscito que justificó la anexión de Coahuila a Nuevo León el 19 de febrero de 1856. El entorno de las montañas más o menos está igual. Las partes bajas han sido dañadas por las tres carreteras, la vieja de 1933, la otra de cuatro carriles construida en la década de 1970 y recientemente por la autopista. Por ahí baja un arroyo desde el cerro de Urbano y durante muchos años hubo una majada y un rancho llamado Los Muertos.
Una cruz en el camino se coloca para que el difunto alcance consuelo ante Dios y evitar que su espíritu se pierda cuando camina rumbo al más allá. Por eso el difunto aguarda la resurrección de los muertos en dos sitios: en el panteón y el lugar donde perdió la vida. Para la Iglesia no es necesario colocar una cruz en el lugar donde murió la persona. Aunque los familiares o conocidos lo hacen con el deseo noble de que su difunto se encuentre al amparo de Dios. Algunos la consideran una mala costumbre y provoca más dolor y sufrimiento a los familiares. Este tipo de cruces religiosas son marcas funerarias colocadas como tributo a la memoria de quienes han muerto de manera inesperada.
En el camellón central situado en el cruce de la carretera Saltillo-Monterrey y entronque a Villa de García, había un par de monumentos con sus cruces. Uno de ellos correspondía al de un hombre y el otro a una mujer. Cuentan que eran unos novios que perdieron la vida cuando un camión se les atravesó provocando el fatal accidente. En ese sitio abundaban las casas de citas, moteles, cantinas, vulcanizadoras y macheteros que sabían una historia de amor. Pues la cruz con el nombre del joven tenía siempre unos labios pintados como si fueran un beso. Dicen que la pareja venía discutiendo. Así lo contó un despachador de gasolina de la ya desaparecida estación de servicio HT que llenó el tanque del vehículo. Hubo un disgusto entre ellos y ella aun venía desde “el más allá” para visitar a su novio o esposo. La gente de los alrededores nunca vieron a alguien por ahí y aunque limpiaran el monumento siempre volvían a aparecer los besos pintados. Como suele suceder, desaparecieron esas cruces cuando hicieron una ampliación de la carretera.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de Santa Catarina