El 4 de enero de 1962, se estrenó en la ciudad de México la película “Juventud sin Dios” (Siempre hay un mañana, la vida del padre Lambert), dirigida por Miguel Morayta y escrita por Eva Guerrero Larrañaga y el mismo Morayan en torno a la vida de un religioso benedictino que vino de los Estados Unidos primero a realizar trabajo comunitario y luego como capellán de las hermanas del colegio Tepeyac de la ciudad de México en 1944.
Por cuestiones del destino conoce a varios estudiantes del Instituto Politécnico Nacional quienes mantenían rivalidad con sus acérrimos enemigos: el equipo de los Pumas de la UNAM. Estos jóvenes de clase media solo pensaban en andar con amigos y fiestas pero también resultan ser muy buenos para el futbol americano. El padre Lambert se convierte en su entrenador, en su amigo y en guía protector de todos ellos. De esta manera lleva a la victoria al equipo y aprovecha el tiempo para darles consejos y llevarlos por una vida moral en un ambiente complicado para los muchachos y las familias en las que viven.
El actor recientemente desaparecido Joaquín Cordero encarna al padre Lambert J. Dehner, a quien en la vida real le gustaba en serio el futbol americano. Al saber que la UNAM no tenía entrenador (coach) fue a pedir el puesto y ahí le dijeron, “padre, mejor váyase al politécnico” y se hizo coach del equipo de los Burros Blancos, el representativo del Instituto Politécnico Nacional. Fue cuando algunos pensaron de que un ala conservadora de la Iglesia representada por los religiosos benedictinos, querían hacerse del control de la institución establecida por el general Lázaro Cárdenas en 1936 con la intención de crear una escuela técnica y activa para los hijos de obreros y campesinos que no podían ingresar a la UNAM, pues decían era una escuela elitista y reservada para quienes podían pagar sus colegiaturas.
Hasta entonces, los Burros Blancos llevaban todas las de perder frente a sus archirrivales los Pumas de la UNAM. El padre Lambert cambió por completo la visión y forma de sentir del Poli. Les dio el orgullo de ser del Instituto Politécnico Nacional e identificarse con su mascota, el burro blanco. Les dio el campeonato en 1945. El padre al poco tiempo debe retirarse pero regresó a México para realizar la gloriosa campaña del Poli de 1950, cuando obtuvo al campeonato, el segundo en 1951, pero también la estrepitosa derrota ante la UNAM por 43 a 0, después la histórica y legendaria temporada de 1952 y para terminar la de 1953 cuando se suspendió el juego Poli-UNAM debido a que la rivalidad se salió del terreno deportivo.
En la película se trata la vida de un joven llamado Salvador (Alfonso Mejía) casado con Gloria (María Eugenia San Martín) quien siempre se opone a la afición de su esposo por el futbol americano. Sin embargo el joven se hace asistente del padre y debe asistir a Fort Worth, Texas a una clínica para entrenadores. Gloria teme lo peor y no quiere que su esposo asista pero el padre Lambert los convence. Salvador muere en un accidente y es reconocido gracias a una medalla que el padre le había regalado.
Este personaje se trata en realidad de Salvador Saldaña Lugo mejor conocido como el Tarzán; quien llegó en enero de 1951 al Tec de Monterrey para dirigir el equipo representativo del futbol americano: los Borregos Salvajes. Pronto le dio al equipo el empuje, la disciplina y la fama que como jugador le precedió. De cualidades humanas estimadas por los demás, de carácter servicial y activo, en pocas palabras un líder nato. Por eso lo nombraron prefecto de disciplina y responsable del internado La Silla del Tec de Monterrey. A los jugadores les inculcó el amor a la camiseta y el espíritu de la unión pero sobre todo a jugar en la cancha con caballerosidad deportiva. Y si a él le había tocado vivir los clásicos partidor entre el Poli y la UNAM, ahora esa rivalidad se hacía efectiva en Monterrey. Fue un notable jugador durante once años en el equipo del Instituto Politécnico Nacional; por eso obtuvo el galardón El Broche al Mérito Deportivo otorgado por el periódico El Universal Gráfico como el mejor jugador nacional en 1944. Su participación fue decisiva para ganar en Tazón de Plata al vencer al Randolph Field en 1947. Fue considerado el discípulo predilecto del padre Lambert Dehner de quien aprendió todo para dirigir y promover a un equipo de fútbol americano.
Los Borregos Salvajes al frente del Tarzán Saldaña, el Tec de Monterrey alcanzó su primer campeonato de Liga mayor en 1952 al vencer a la facultad de Ingeniería Civil de la UNL. Y efectivamente ese año acudió a Fort Worth, Texas a participar en una clínica para entrenadores. El camión en el que iba chocó contra otro de la misma línea Greyhound, en el cual murieron otras 29 personas el 4 de agosto de 1952. Precisamente fue identificado por el padre Lambert gracias a una medalla de la virgen de Guadalupe que le había dado antes. Su cuerpo fue velado en la ciudad de México y después de una misa celebrada por el padre Lambert y a la que acudieron cientos de jugadores de futbol americano, inhumaron sus restos en el panteón Jardín. Dejó una viuda y dos niños, uno de ellos nacido en Monterrey.
Propiamente el equipo de futbol americano surgió en 1945. Es cuando se adopta al borrego como símbolo. Tanto el periódico y la orquesta estudiantil fueron conocidas como El Borrego. Dicen que la mascota distintiva del Tec de Monterrey se debe a iniciativa de don Eugenio Garza Sada, quien eligió un borrego pues pelean con la cabeza y andan en las alturas. Según la página institucional del equipo, los jugadores iban a un juego y en el trayecto vieron a un borrego en el río Santa Catarina. Alguno de ellos sugirió comprarlo para tenerlo como mascota. El borrego es una especie representativa y típica de las zonas montañosas. Y algo tiene que ver con el origen y sentido del Tecnológico de Monterrey. Desde 1945 el borrego es el mote o apodo de la comunidad que integra la familia Tec.
En 1945 se jugó el primer partido entre la Universidad de Nuevo León y el Tec de Monterrey. Por invitación de la Universidad de Nuevo León se armó un equipo contando con el apoyo del Lic. Roberto Guajardo Suárez, entonces director del ITESM. El primer entrenador fue Alejandro Solís Carranco; contratado exclusivamente para hacer frente al compromiso ante la Universidad de Nuevo León. El primer juego del equipo lo perdieron con un marcador de 12 a 7. El partido se llevó a cabo en el parque Cuauhtémoc y Famosa pues ninguno de los dos equipos contaba con una cancha ni lugar de entrenamiento. Los Borregos Salvajes del Tecnológico de Monterrey han forjado una trayectoria de éxito y excelencia en éstos casi 70 años: con 21 campeonatos nacionales en su historia. Es considerado el segundo mejor equipo en la historia, solo después de los Pumas de la UNAM y el mejor en los últimos 20 años pues ha jugado 15 de las últimas 16 finales del torneo (1993-2008) de la ONEFA, habiendo ganado 11 de ellas. En 2011 obtuvo el campeonato de la Conferencia Premiere de la CONADEIP.
Dos historias y líneas paralelas: el Instituto Politécnico Nacional surge para preparar a ingenieros y técnicos y porque supuestamente la UNAM se había convertido en una escuela de élite. Necesitaban una escuela para formar las clases menos protegidas. Cuando surgió el Tec de Monterrey en 1943, ese año coincide con la refundación de la Universidad de Nuevo León que durante diez años se llamó Consejo de Cultura Superior. Precisamente la formación de ingenieros y técnicos fue encomendada a egresados del Politécnico. Es más, el primer director venía de ocupar la dirección de la ESIME del Politécnico, el Ing. León Avalos y Vez quien estuvo al frente del ITESM entre 1943 y 1946 y luego el Ing. Víctor Bravo Ahuja (1918-1990) quien ocupó la rectoría entre 1950 y 1958. Y resurge el clásico: y con todo respeto, que gane el mejor, los Borregos Salvajes del Tec de Monterrey.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina