Aprovechando el mercado del algodón procedente de algunas plantaciones de Texas y Luisiana, se establecieron cuatro empresas textiles en el noreste mexicano; consideradas como el origen y pioneras de la industrialización en la región: la Estrella en Parras de la Fuente, Coahuila, la Fama de Nuevo León en Santa Catarina, El Porvenir en Villa de Santiago y la Leona Textil en Garza García. Estos negocios hicieron posible la formación de capitales con los cuales inició la etapa porfiriana que puso a Monterrey como la capital industrial de México y a decir del escritor Alfonso Reyes, como la “fábrica de la frontera”.
Estas fábricas aprovecharon la existencia de agua, tan abundante en esos tiempos, con la cual producían energía y con ella maquilaban mantas, telas y textiles tan apreciados en la región, como en México y en el extranjero. Todas ellas vivieron en forma paralela momentos de bonanza como de declive. Cedieron su influencia debido al uso de materiales químicos que se usaron para la confección de telas. Lamentablemente fueron controladas por sindicatos que en su tiempo influyeron en la política y en la economía de los lugares en donde estaban establecidas. Especialmente cuando abusaron del sistema de prestaciones y estímulos que cuando empezaron a menguar, no quisieron renunciar a ellos y mantuvieron la supremacía de la negociación ante el trabajo, el sacrificio y el ahorro.
Con los avances de la globalización, no pudieron enfrentar la proliferación de prendas que llegaban de algún país asiático. Solo la Estrella de Parras se hizo fuerte en la producción de mezclilla. Primero cerró sus puertas La Leona, ante la disyuntiva de aceptar nuevos préstamos y adquirir nueva deuda, prefirió indemnizar a sus obreros. Luego la Fama corrió la misma suerte, El Porvenir y recientemente la compañía industrial de Parras. Todo esto ocurrió entre 1980 y el año 2010.
Como testigos de esos buenos tiempos, nos quedan las antiguas instalaciones que corren el riesgo de desaparecer. Al menos existen iniciativas ciudadanas de rescatarlas. Es lamentable que las fábricas pioneras de la industrialización en el noreste mexicano, hayan corrido en forma paralela con la misma suerte: excesivo control de los sindicatos, la falta de previsión para ajustarse a los nuevos procesos de producción, al poco interés de las autoridades por otorgarles privilegios fiscales para mantenerlas y procurar su repunte industrial. Por eso se habla de un ocaso en la industria textil del noreste mexicano, que cedió su fuerza por el sector servicios y cuando el empresariado regiomontano, prefirió apostar como accionistas que propietarios de las empresas que fueron vendiendo a firmas trasnacionales. Las empresas ahora corren el riesgo de que ni siquiera se les considere empresas “Madre” o cuna de la industrialización y sus espacios son susceptibles de la destrucción, del ninguneo y del abandono.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina