Uno de los corridos más conocidos y representativos de la revolución mexicana, incluso hasta de los movimientos sociales ocurridos entre 1960 y 1990 que la han cantado adecuando la letra a sus demandas es el de la carabina 30-30. Ya sea interpretada por Miguel Aceves Mejía, Luis Aguilar, Antonio Aguilar o el Charro Avitia, todos ellos nos remiten al valiente canto de quienes dejaban todo para seguir una causa. La carabina es un arma de fuego regularmente usada por regimientos y guardias, debido a su tamaño, portabilidad, con menor potencia de fuego a la de un fusil que es más grande en tamaño, pero con efectos igual de destructivos.
Carabina 30- 30 es un canto de lucha, de los que se van cantando en grupo como para agarrar valor y coraje antes del combate. Su letra nos refiere a una serie de acciones las cuales tienen que ver con el levantamiento magonista en contra del régimen de don Francisco I. Madero el 31 de octubre de 1911, a quien desconocen su triunfo para proponer a Emilio Vázquez Gómez como presidente de la república. Este plan tuvo simpatía en Chihuahua en donde fue seguido por Pascual Orozco. Mientras en la Laguna, Benjamín Argumedo vio a éste plan como una forma de rebelarse contra el entonces gobernador de Coahuila don Venustiano Carranza, a quien acusaba de porfirista. Pronto mandaron aprehenderlo por considerarlo un peligroso agitador. Gracias a un informe, pudo huir hacia Chihuahua en febrero de 1912 en donde se puso a las órdenes de Pascual Orozco.
La primera estrofa dice: “Con mi 30-30 me voy a alistar, a engrosar las filas de la rebelión, para conquistar, conquistar libertad, a los habitantes de nuestra nación”. Muchos de los que siguieron las filas revolucionarias no tenían preparación militar. Entonces tomaron un arma fácil de llevar. Dice la siguiente estrofa: “Con mi 30-30 me voy a pelar y a ofrecer la vida en la rebelión, si mi sangre piden, mi sangre les doy, por los habitantes de nuestra nación”.
En la tercera estrofa se canta: “Carabina 30- 30, que los rebeldes portaban y decían los maderistas que con ella no mataban”. Hay otra versión en donde señala más bien a huertistas en lugar de maderistas. Para el caso resulta lo mismo, pues Madero encomendó a Victoriano Huerta que sofocara el levantamiento de los rebeldes. A decir del maestro e historiador militar, Ricardo Raúl Palmerín, este verso tiene más bien un sentido figurado: su daño es igual a la de cualquier otra arma. Con la estrofa más bien pretendían señalar que la revolución no mataba por matar y ponía a la carabina 30-30 como el arma predilecta de los revolucionarios en lugar de los rifles máuser 7 milímetros que portaban los del ejército federal. La carabina 30-30 es un fusil Winchester 94. Por sus características pronto se hizo famoso especialmente en la cacería. El diseño pertenece a John Moses Browing de 1894 y fabricado por la prestigiosa compañía Winchester Repeating Arms.
La revolución mexicana se hizo primero a caballo y luego en tren. De ahí que los campesinos, vaqueros y demás miembros que salieron a tomar las armas al amparo del plan de San Luis buscaban conseguir una 30-30. Desde el siglo XIX, las carabinas eran usadas preferentemente por la caballería, pues tenía la peculiaridad de usarla mejor por su tamaño, mientras que los soldados de infantería portaban armas más grandes y con mayor potencia. Efectivas por su rapidez y su alcance corto pero preciso.
En la cuarta estrofa se canta: “Gritaba Francisco Villa: donde te hayas Argumedo, ven paráte aquí en frente, tú que nunca tienes miedo”. Francisco Villa, el centauro del Norte fundó la famosa División del Norte a fines de septiembre de 1913 en la hacienda La Loma, cerca de Lerdo, Durango. Ya con las fuerzas unificadas decidieron atacar a Torreón el 29 de septiembre de 1913 que estaba defendida ni más ni menos que por Benjamín Argumedo y su renombrada caballería. Tal vez por eso la estrofa nos refiere a un Pancho Villa retando a su contrincante quien gozaba de mucha estima y respeto en toda la Laguna.
Benjamín Argumedo (1876- 1916) fue uno de los militares más renombrados de la primera etapa de la revolución. Originario de la hacienda de San Juan de Guadalupe, actual Francisco I. Madero, Coahuila. Cuando se rebeló contra Carranza se puso a las órdenes de Pascual Orozco, cuyas fuerzas fueron derrotadas el 12 y 22 de mayo en Conejos y Rellana. Ya diezmados se refugiaron en el cañón de Bachimba, perteneciente al municipio de Rosales, situado entre la ciudad de Chihuahua y Delicias. Entre el 3 y 4 de julio de 1912, la artillería de Huerta hizo añicos prácticamente a un ejército compuesto por 6 mil soldados, quienes a pesar de la derrota se defendieron valientemente. Regularmente la caballería de Argumedo era la que llevaba el mayor peso en los combates. Muchas veces fueron usados como carne de cañón para que la infantería y la artillería pudieran huir. Tanto Orozco como Argumedo se pasaron al régimen del usurpador Victoriano huerta. Tal vez por eso el corrido canta con nostalgia la falta de la caballería de Argumedo en los ataques de la División del Norte. Tanto Orozco y Argumedo fueron en su tiempo decisivos para la caída del porfiriato y ahora peleaban contra sus antiguos compañeros. Los orozquistas eran conocidos como los colorados, pues usaban un listón rojo en el sombrero, brazo o cintura. Y por la ferocidad de Argumedo le apodaban el león de la Laguna.
Los revolucionarios eran gente humilde y creyente. Muchos de ellos llevaban como amuleto alguna imagen religiosa a la cual imploraban protección. La penúltima estrofa señala: “Madre mía de Guadalupe, tú me has de favorecer, para no rendir las armas, hasta morir o vencer”. La carabina 30-30 fue el arma predilecta de la división del Norte en la cual militaban campesinos y gente de Durango, Chihuahua, la Laguna y Zacatecas, por eso la canción concluye con la siguiente estrofa: “Ya me voy para Chihuahua, ya se va tu negro santo, si me para alguna bala, ve a llorarme al camposanto”.
En síntesis, mucho de lo que se canta en el corrido de la carabina 30-30, tiene que ver la rebelión orozquista contra Madero y a la cual se sumó Benjamín Argumedo. Ambos personajes sucumbieron al poco tiempo y en la política nacional solo quedaron como triunfadores Venustiano Carranza y Alvaro Obregón. Este personaje conocido como el vencedor de militares, fue quien finalmente se quedó con el control político a través del Plan de Agua Prieta en 1920.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina