La UANL como el Tec de Monterrey siempre se han preocupado por la investigación y difusión de nuestra historia regional. En la máxima casa de estudios, se adquirieron fondos con los cuáles se consolidó la biblioteca universitaria, se promovió la carrera de historia dentro de la facultad de filosofía y letras y se consolidó el Centro de Información de Historia Regional en el viejo casco de la ex hacienda San Pedro en General Zuazua, además del Centro de Estudios Humanísticos el cual mantiene una sección de historia. Afortunadamente, los rectores siempre han apoyado la investigación, y por ello quiero reconocer de manera especial a Raúl Rangel Frías, Luis E. Todd, Alfredo Piñeyro, Gregorio Farías Longoria y Jesús Ancer Rodríguez.
El consejo que participó en el establecimiento del Tec de Monterrey, fue muy cuidadoso para promover un campus en donde el estudio, la reflexión, el deporte y el compañerismo se hicieran evidentes. Pensaron en una biblioteca como parte central del campus en la cual todas las actividades propias de una institución educativa se generaran sin problemas. En una especie de sana competencia, los fundadores promovieron la adquisición de fondos bibliográficos en los cuáles se justificara y desarrollara la esencia de la institución fundada en septiembre de 1943. Si la Universidad de Nuevo León adquirió los fondos Valverde y Téllez y la colección de Alfonso Reyes, el Tec de Monterrey consiguió los fondos Pedro Robredo y la de los hermanos Méndez Plancarte, solo por citar algunas de ellas.
Entre los primeros maestros del tecnológico hubo excelentes personas que estuvieron ligados a la biblioteca: Luis Astey, Pablo Herrera Carrillo, Eugenio del Hoyo, Isidro Vizcaya Canales, Andrés Estrada Jasso, y Alfonso Rubio. Decían que don Pablo era tan sabio y que por eso lo apodaban “Pablo el de Atenas”. Gracias al apoyo y el mecenazgo de algunas empresas, se pudieron adquirir cerca de 50 mil negativos que pertenecieron a Jesús R. Sandoval y otra cantidad considerable de negativos que fueron propiedad del francés Desiderio Lagrange con imágenes correspondientes al siglo XIX y principios del XX. Con dichos acervos se han montado exposiciones y publicado libros que nos hablan de la historia de Monterrey, de Nuevo León y hasta del noreste mexicano. De la biblioteca del Tec de Monterrey, fue posible la gran investigación y obra cumbre de don Eugenio del Hoyo sobre la “Historia del Nuevo Reino de León, 1577-1723” publicada en 1972.
Luis Astey fue director de la biblioteca del Tec de Monterrey a partir de 1950. Apoyado por Eugenio del Hoyo e Isidro Vizcaya Canales, formaron un fondo de documentación sobre historia regional, a base de copias de micro películas difícilmente de igualar en la actualidad. La biblioteca también mantuvo una serie editorial de gran prestigio llamada “Serie Historia del Tecnológico de Monterrey”. A Isidro Vizcaya le debemos la “Invasión de los indios bárbaros en el noreste de México, 1840-1841”, (1968); “Los orígenes de la industrialización de Monterrey, 1867-1920” (1969), “Las provincias internas de Oriente durante la insurrección 1810-1811” (1976) y otros estudios más sobre historia de Nuevo León. A ese grupo de historiadores, se sumaron Artemio Benavides Hinojosa, Fernando Garza Quirós y el fenomenal Rafael Garza Berlanga, al igual que Ricardo Elizondo.
Actualmente, el Tecnológico mantiene programas de posgrado en estudios humanísticos y una reconocida revista en donde los investigadores presentan los frutos de sus hallazgos, con los cuales fortalecen la memoria y la identidad. Así como la estación radial Frecuencia Tec trasmite semanalmente programas con contenido histórico regional y nacional.
El doctor Ancer Rodríguez junto con el maestro Rogelio Villarreal, secretario de extensión y cultura de la UANL, entendieron que la internacionalización y la ciudad del conocimiento, solo se logra a través de la promoción y producción de los saberes locales. A través de una infraestructura considerable y fuera de lo común, mantienen programas y proyectos a través de la Casa Universitaria del Libro, los cuales son los únicos en estos momentos que publican trabajos a los historiadores locales. Ni qué decir del honorable Colegio Civil convertido ahora en un gran centro cultural. Además de la consolidación del Centro de Información de Historia Regional fundado por el recordado Celso Garza Guajardo, ahora dirigido por Pepe Reséndiz Balderas. O Juan Alanís Tamez, quien desde Artes Musicales y difusión cultural realizan los ciclos de los “Miércoles Literarios”, promueven la cultura regional en todas las dependencias universitarias y apoyan al emblemático grupo El Tigre, que ha producido excelentes grabaciones y conciertos de música tradicional norestense. Es justo señalar que los alumnos de la UANL deben cursar créditos en formación general, entre los cuales destaca el curso de Historia y cultura regional.
Tanto el gobierno del estado como nuestros municipios deben promover la investigación y difusión de nuestra historia, a través de los archivos, de la labor que realizamos los cronistas e historiadores y publicar libros. Pero algo está ocurriendo, pues lamentablemente están algo rezagadas en su obligación moral de hacerlo. Afortunadamente, la UANL y el Tec de Monterrey, comprometidos con la ciudad en la cual nacieron, ponen en alto el nombre de Nuevo León y de Monterrey.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de Santa Catarina