La Octogésima Adveniens, es una carta apostólica promulgada el 14 de mayo de 1971 por el papa Pablo VI. En ella plantea la necesaria participación de los católicos en la vida pública en ocasión al 80 aniversario de la encíclica Rerum Novarum. Pablo VI propone continuar y ampliar las enseñanzas en materia de doctrina social y reconoce como punto de partida, la búsqueda de una mayor justicia en todos los ámbitos en donde el ser humano se mueve y existe. Para Pablo VI, la principal causa de los problemas sociales es la desigualdad que separa a los seres humanos.
Los católicos deben buscar la santificación en ésta vida de acuerdo a los diferentes ámbitos según sus intereses y funciones. La persona vive situaciones tan diversas y por ello no se pueden dar líneas concretas de acción para cada uno de los católicos. Cada quien ha de discernir en cual sitio le conviene actuar de acuerdo a las exigencias evangélicas. En los capítulos II, III y IV de Octogesima Adveniens vemos tres ejes que bien nos pueden ayudar para definir el proyecto de participación social en la vida pública: la definición del “Estado de Derecho”, la democracia en la vida pública y la comunidad política en México. La conciencia del cristiano en la política tiene que ver con la definición de una conciencia pública, los efectos de no participar en ella, promover la paz y la justicia; la acción política, la construcción de la realidad social, el bien común, el proyecto social sectorial y el poder gubernamental, a partir de la fe cristiana y el compromiso político, los criterios fundamentales y los cristianos en la vida secular.
En los capítulos de la carta se hablan fundamentalmente de tres temas: los nuevos problemas sociales en los que vivimos nos invitan a participar en la solución de los mismos. Por ejemplo, en los grandes centros poblacionales de padece por la delincuencia, los altos índices de criminalidad, la venta de drogas. Los suburbios poblados por gente de escasos recursos y el consumismo imperante en una economía de mercado. Los que están más cerca de ser atacados por esos problemas son los jóvenes y las mujeres. De igual forma, el medio ambiente cada vez es destruido, ocasionando un contexto intolerable de vida digna y sana para todos.
Pablo VI resalta el papel de la Iglesia para acompañar y guiar a aquellos que sufren alguna injusticia. Promueve la igualdad entre los seres humanos y pugna porque todos tengan acceso a nuevas formas de crecimiento humano. Hace un llamado para que se invierta en los cambios y problemas sociales que se presentan e invita a los medios de comunicación para que además de su función informativa, difundan los valores fundamentales de la persona y de la convivencia humana.
Las aspiraciones fundamentales del ser humano en estos tiempos son la educación, el acceso a la información y el respeto a los derechos humanos. La Iglesia se compromete a la acción guiada por las enseñanzas del evangelio, como lo son la caridad, el respeto privilegiado a los pobres para conocer la situación actual y salir de sí mismos. En consecuencia, la participación política debe estar apoyada en un proyecto social. Preferentemente a través de grupos culturales y religiosos, los cristianos tienen el compromiso de elegir y participar en los sistemas democráticos, difundiendo y conociendo nuestros derechos y obligaciones. Las corrientes ideológicas no ayudan mucho al cristiano, porque de una u otra forma proponen principios contradictorios al desarrollo de una adecuada y eficaz acción política. La fe cristiana se sitúa por encima de las ideologías, en la medida que reconoce a Dios como creador y ser trascendente. En especial, porque el liberalismo como el marxismo reducen la visión del ser humano. En todo caso, el cristiano apoyado en su fe y en las enseñanzas de la Iglesia, debe conjuntar lo mejor de ambas para construir una sociedad más justa y plena.
¿Cuál es la actitud de los cristianos ante los nuevos problemas que padecemos? Primero, saber que el papel que tenemos es necesario e importante. Para una mejor acción política, es conveniente apoyarnos en la doctrina social de la Iglesia. La mejor forma de hacer política para el cristiano, es la participación testimonial de fe en el diálogo sincero y en la cooperación. En la política es necesaria para asegurar la cohesión del cuerpo social y alcanzar el bien común. A través de ella el cristiano se pone al servicio de los demás. Una eficaz responsabilidad, consiste en la capacidad de informarse y de expresar adecuadamente nuestras opiniones y comprometerse en una responsabilidad común de entrega total a Dios.
En conclusión, Pablo VI nos indica el campo de acción política para alcanzar el bien común, en el cual, el cristiano ocupa un papel protagónico para su búsqueda y en la consolidación en la construcción de un mundo mejor y equitativo para todos.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina