La historia de los Urdiales está por escribirse. Estoy seguro que aquellos quienes residieron en la comunidad o los descendientes de alguno de sus pobladores, mantienen recuerdos y vivencias dignas de contarse y de ser rescatadas. Especialmente porque actualmente se tiene una idea de un Monterrey urbano e industrial, olvidando los orígenes y la base de los valores que hicieron de Monterrey una de las ciudades más importantes de México y de Ibero América. Al menos éstos apuntes tienen la intención de establece futuras línea de investigación y de justificar los antecedentes con los cuáles se puede reconstruir la gran historia de los Urdiales, al igual que San Jerónimo, San Bernabé del Topo de los González, de los Remates y de otros sitios considerables dentro de la jurisdicción territorial de Monterrey.
Los Urdiales colindaban al norte con la hacienda de los Dávila, en lo que actualmente está la avenida Lincoln. Al sur estaba la hacienda de Gonzalitos, donde actualmente está la colonia Mitras sur y el fraccionamiento del mismo nombre. Al poniente estaba la hacienda de Francisco Armendáiz, un empresario de origen español, en donde actualmente está parte de la colonia Vista Hermosa y al este, con el antiguo camino a Villa de García y San Bernabé del Topo Chico, del cual se describía como un llano. En los alrededores de los Urdiales se podían cazar piezas menores. Más arriba, rumbo al cerro de las Mitras se podían cazar osos, pumas, venados, lobos y jabalíes.
A partir de la década de 1940, muchos de los terrenos de la antigua hacienda se urbanizaron para formar la colonia Mitras centro. Luego surgieron las colonias Leones, Mitras norte, Bernardo Reyes, Zapata, el gimnasio Nuevo León y los panteones del Roble y del Tepeyac. El casco de la hacienda se convirtió en la colonia Urdiales. Su centro cívico es una plaza construida por las autoridades municipales de Monterrey en septiembre de 1961 y en 1964 instalaron una biblioteca que recibió el nombre del profesor Taurino F. González. Por éstos tiempos se construyó el edificio que ocupa la escuela Francisco J. Montemayor y que también sirve como secundaria número 72, Emma Godoy desde 1989.
Los terrenos que una vez fueron parte de un gran centro agrícola, ahora están repletos de bodegas, talleres, oficinas, avenidas, colonias y calles. En la década de 1970, cuando construyeron la avenida Gonzalitos el poblado se dividió en dos. Cuentan que la debacle del sitio surgió a raíz de problemas con derechos a terrenos de los antiguos pobladores.
Son pocos los lugares regiomontanos que nos hablan de su rico pasado. Y lo peor del caso es que a la larga van a desaparecer de la memoria colectiva y de la identidad histórica que sirve de fundamento para el Monterrey de hoy.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina