El pasado 15 de junio estuve de visita en la región llamada de los “Cinco manantiales” de Coahuila que comprende Zaragoza, Morelos, Nava, Allende y Villa Unión, además de Piedras Negras en donde me tocó hablar sobre la historia de tan singular región fronteriza. Inmediatamente las autoridades de Allende nos presumieron a sus hombres y mujeres ilustres, entre los que destaca Arnulfo González Muñoz, a quien el compositor allendense Narciso Zapata Torres inmortalizó en tan famoso corrido, interpretado por muchos, pero magistralmente cantado en mi opinión por Lalo González El Piporro y Antonio Aguilar. Nos llevaron a recorrer el pueblo. Ahí en el panteón municipal destaca un monumento precisamente levantando en honor a Arnulfo, de quien se dice vivía en la calle Zaragoza del pueblo, el cual es considerado el centro económico y social de los “Cinco manantiales”, que en realidad mantiene 35 veneros o nacimientos de agua que le dan vida a una de las zonas más bellas y emblemáticas de Coahuila. El corrido fue compuesto el 18 de agosto de 1925.
Dice la primera estrofa del corrido: “De Allende se devolvió, con veintiún años cabales, gratos recuerdos dejó, al pueblo y a los rurales”. Allende surgió en 1826 con el nombre de San Juan de la Mata. Por su crecimiento y desarrollo al año siguiente alcanzó la categoría de villa y a partir de 1832 lleva el nombre en honor al caudillo insurgente Ignacio Allende. Este pueblo vio el paso de las tropas de Antonio López de Santa Anna que acudieron a Texas para sofocar el proceso irremediablemente separatista. También por aquí estuvieron los rebeldes tamaulipecos encabezados por Antonio Canales y Antonio Zapata, quienes pretendían restablecer el sistema federalista y luego la formación de la república del Rio Grande entre 1839 y 1840. El monumento que recuerda a Arnulfo González tiene las siguientes fechas: 1903-1925. Don Arturo Berrueto en su diccionario biográfico de Coahuila, señala que Arnulfo nació en Villa Unión en 1904. En cambio para el cronista municipal Arnulfo Cantú Muñoz nació un año antes, pero en Allende, tal y como se ve en la placa de su tumba.
Continúa el corrido: “Estaba Arnulfo sentado, y en lo que pasó un rural: oiga amigo, qué me ve, la vista es muy natural”. Arnulfo estudió la primaria Benito Juárez de Allende. Apoyó en las labores agrícolas en el rancho familiar llamado “El pitacoche” situado en Villa Unión y luego se trasladó a los 21 años a Nueva Rosita para trabajar en la Asarco. En cambio el maestro Berrueto nos dice que mantenía un camión en el cual trasladaba mercancías y pasajeros desde Nueva Rosita hasta Allende. Arnulfo tenía una novia en Nueva Rosita llamada Rosario Arellano y acudía a verla a una nevería situada en la calle Real, actual Juárez, propiedad de Pedro Salazar. Ahí vio cuando el teniente de los rurales, destacados en la zona, estaba molestando a su novia.
Fue cuando surgió una escena de celos: “El rural muy enojado, en la cara le pegó, con su pistola en la mano, con la muerte lo amagó”. El teniente de los rurales que protegían la región de los continuos ataques de los bandoleros, se llamaba Braulio García Torres, originario de Chihuahua. Considerado por muchos como déspota y prepotente en el trato. Por eso cuando Arnulfo lo encara, el teniente inmediatamente lo golpeó con su pistola calibre 45.
En el corrido interpretado por Piporro, éste dice que Arnulfo no se iba a quedar callado, pues era como un cerillo que pronto se incendió: “Arnulfo se levantó/ llamándole la atención: oiga amigo, no se vaya, falta mi contestación”. Arnulfo portaba una pistola calibre 32 que su hermano mayor llamado Eliseo le había regalado. Con ella Arnulfo se le puso al tú por tú al teniente: “Se agarraron a balazos, se agarraron frente a frente, Arnulfo con su pistola, tres tiros le dio al teniente”. Supuestamente éste enfrentamiento se dio el 30 de julio de 1925, cuando Arnulfo apenas contaba con 22 años de edad. Un adulto el cual en la tierna edad no midió las consecuencias y respondió como se debía ante quien lideraba una fuerza de rurales que al igual defendían la zona como también hacían valer su posición militar desde tiempos del porfiriato, por eso la gente del norte de Coahuila no los querían por afrentosos.
El valor, la iniciativa y el arrojo de Arnulfo le hicieron vencedor en el combate: “El teniente mal herido, ya casi pa’ agonizar, le digo oiga no se vaya, acábeme de matar”. Confiado, apoyado en su inexperiencia y falta de colmillo lo hicieron sucumbir ante la traición: “Arnulfo se devolvió a darle un tiro en la frente, pero en la vuelta que dio, allí le pego el teniente”.
Don Narciso concluye el corrido con una moraleja: “Qué bonitos son los hombres, que se matan pecho a pecho, cada uno con su pistola defendiendo su derecho”. Uno buscando la tranquilidad y el otro la impunidad, cobijado por su posición militar. Y de la cual supo sacar ventaja. Concluye el canto épico: “Ya con ésta me despido, pacíficos y rurales, aquí termina el corrido, del teniente y de González”.
Aparentemente hay otras dos estrofas dignas de consignar: “En Allende hay buenos gallos, el que no lo quiera creer, nomás no revuelva el agua, que así se la ha de beber”; “Vuela, vuela palomita, pasa por los minerales, anda a avisarle a Rosita, que murió Arnulfo González, se llevó a una cabecita, a un teniente de rurales”.
En 1925, el ya mencionado hermano mayor de Arnulfo de nombre Eliseo, ocupaba el cargo de alcalde de Allende desde 1921. Según la memoria y la tradición popular, éste episodio trajo como consecuencia una revuelta y rebelión civil contra el destacamento de rurales afincado en la región. Don Eliseo había nacido en 1888 en Nadadores. Estuvo casado con Anita Valdés García. Luego se trasladó a Ciudad Acuña en donde también fue presidente municipal entre 1939 y 1940. Se distinguió en la masonería.
Y así termina ésta historia cruel, amarga e injusta, en donde un joven se hizo justicia con su valor y arrojo. Que cayó víctima de la traición y de su confianza. Hijo de Allende y Villa Unión, Coahuila de Zaragoza. Una de las regiones más emblemáticas e interesantes que he visto en mi vida.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina