Apocalipsis significa la revelación de un mensaje secreto hecho por Dios a los hombres de cosas ocultas y solo por él conocidas, en especial de cuestiones que tienen que ver con el futuro en el momento justo cuando están a punto de cumplirse. Para los comentaristas de la Biblia de Jerusalén, tanto el género apocalíptico como profético están muy enlazados. Los profetas cuando escuchaban un mensaje lo trasmitían oralmente, mientras que el autor de un apocalipsis recibió sus revelaciones en forma de visiones y luego las consigna en un libro, tal es el caso del profeta Daniel quien recibió palabras que escribió y mantuvo selladas hasta el tiempo del fin.
Las visiones no tienen un valor en sí mismo, sino por el simbolismo expresado en números, imágenes, cosas y hasta las personas que ahí aparecen. Las obras apocalípticas incluyen un análisis de la historia del mundo y luego son presentadas como predicciones, puesto que los acontecimientos del pasado se han hecho realidad y garantizan la veracidad del vidente acerca de lo que está a punto de venir.
De todos los libros de la Biblia, el más conocido por sus profecías respecto al fin del mundo es el del Apocalipsis. Atribuido a San Juan el evangelista, discípulo amado por Jesús, de quien se dice fue escrito en la isla de Patmos en Grecia en el año 95 de nuestra era, aunque tiene partes redactadas referentes a los tiempos del emperador Nerón en el año 70. Supuestamente un sacerdote romano de nombre Cayo se lo atribuye a un hereje llamado Cerinto. Aunque algunas iglesias orientales no lo consideran libro canónico.
Por su recurrencia a lenguajes simbólicos y figurados, se le considera como un libro esotérico. Recoge la tradición de los profetas del Antiguo Testamento, así como diversos símbolos usados por comunidades paleocristianas que mantenían la esperanza de la resurrección inmediata de Cristo. Tal vez mezcladas e influidas con la filosofía griega y con alusiones en donde se atacaba al poderío de la Roma imperial. En realidad, el Apocalipsis habla de la Iglesia diezmada por la persecución desencadenada por Roma, a la que confunde con la bestia, la Babilonia y de los constantes asedios por parte de los bárbaros y de cómo Dios le entrega las llaves al cordero.
El género apocalíptico es heredero de las garantías proféticas según las cuales Dios vencerá a los enemigos de Israel y restaurará a la nación. Sin embargo el mensaje restaurador y esperanzador suele ir más lejos. Concibe la renovación de todo el cosmos, cuando el mundo recuperará el estado ideal que tenía al abandonar la mano divina y afirma que la intervención de Dios indicará el fin de la historia. En ese momento, en el juicio final, los justos muertos resucitarán y disfrutarán la vida eterna. Pero Dios quiere la salvación de los pecadores y no los destruirá inmediatamente, sino que les enviará una serie de plagas para prevenirlos.
El autor es un vidente que describe una visión la cual traduce en símbolos respecto a las ideas que Dios le sugiere y entonces la presenta sin importar la coherencia en su exposición. Para ello se vale de un lenguaje simbólico y de curiosas imágenes que regularmente infunden temor, con un contenido esotérico y ambiguo que solo los iniciados pueden acceder. La enseñanza se considera mistérica, el mensaje es un misterio y quien lo enseña es un “misteris”. Daniel llama “jasideos” o sabios a aquellos que son capaces de entender su mensaje. En realidad, nosotros como lectores debemos traducir, interpretar esas ideas en los símbolos que propone. Pero existe el riesgo de falsear el sentido del mensaje.
Los autores del género apocalíptico están influidos en los pueblos del Medio Oriente, quienes presentaban imágenes o mitos relacionados con animales. Por ejemplo Daniel representa a los cuatro imperios del mundo con un león alado, el oso con colmillos, la pantera de cuatro alas y cuatro cabezas y una bestia terrible y espantosa con dientes de hierro y cuernos. (Dan 7, 3-7) Ellas representan a su vez a los poderes malignos y demoníacos. En la visión de Daniel salen del gran mar, al cual comparan con la faz del abismo (Gen 12). Al final Dios derrota a sus adversarios y presenta al hijo del hombre sobre nubes en el cielo, al igual que el dios cananeo El, presenta a Baal deidad de la tormenta, cuando derrota a Yam deidad del mar.
Otro profeta de nombres Esdras dialoga con un ángel, con el cual platica de los sufrimientos de los judíos y acerca del mal en el mundo. Llega a una conclusión pesimista, el mal del presente terminará cuando llegue una nueva era y de la cual solo disfrutarán unos pocos (2 Esd 11 y 12). A decir verdad, el Apocalipsis es la epopeya de la esperanza cristiana, el canto del triunfo de la Iglesia perseguida, apoyada en la promesa de Cristo: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. (Mt 28, 20)
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina