En griego la palabra Gea o Gaya designa tanto al suelo como a la Tierra. La mitología griega la representaba como una diosa primordial que personificaba a una madre amorosa. Se dice que después del caos surgió la diosa Gea. Ella misma engendró a Urano, el dios de los cielos estrellados y también a Ponto, la deidad del mar. A su vez, Gea engendró con Urano a los titanes Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto y Cronos quien fue el menor y a las titánidas Tea, Rea, Temis, Menomosine, Fabe y a Tetis.
La mitología griega también da cuenta de otros hijos que procrearon tanto Gea como Urano: los cíclopes, gigantes que solo tenían un ojo y que eran muy buenos para levantar murallas, además de los llamados hecatónquiros, los de “cien manos”, cuyos nombres eran Coto, Briareo y Giges que tenían cada uno cincuenta cabezas.
Urano fue un mal padre, a tal grado que se enemistó con sus hijos por los crueles castigos que les infringía: escondió a los cíclopes y a los hecatónquiros en el Tártaro, considerado el mundo de las profundidades en donde no había luz y por consecuencia vivían en la la más obscura realidad y que se decía estaba en el vientre de Gea. Urano por temor a ser destronado se comía a sus hijos, por lo que Gea decidió hacer un gran hoz de pedernal gris defenderse de la maldad de su padre. Pero también Geo pidió a los titanes que guardaran obediciencia, excepto Cronos que decidió usarlo en contra de su padre, con el cual castró a Urano cuando intentaba tener contacto con Gea. De las gotas de sangre y del semen de Urano, Gea concibió a más hijos: las erineas, los gigantes con armadura y las melias que eran las ninfas de los bosques repletos de fresnos.
Cronos enfadado arrojó al mar los testículos de Urano, donde produjeron una espuma de la que nació Afrodita. Según Hesíodo, Urano llamó titanes a sus hijos, palabra griega que literalmente significa “los que abusan” por que se confabularon con Cronos para darle castigo. Pero Urano profetizó que Cronos también tendría un final similar al suyo. Por ello, los hijos que Cronos procreó con Rea, eran inmediatamente comidos para evitar que lo mataran. Fue cuando Gea le pidió a Rea que salvara la vida del menor de sus hijos, llamado Zéus para evitar que Cronos le hiciera daño. Y en efecto, cuando Zéus nació, Gea lo llevó consigo para criarlo. Para ello puso una piedra envuelta en un pañal que le dio a Cronos que inmediatamente ingirió. Cuando Zéus creció, salvó a los titanes, los hecatónquiros y a los cíclopes.
Se cree que Gea fue la diosa original a la que rendían culto en el oráculo de Delfos. Luego les dio sus poderes a Poseidón y Apolo quien finalmente se quedó con el poder detrás del oráculo, pero luego Apolo mató a otro hijo de Gea llamado Pitón, por lo que la diosa Hera castigó a Apolo enviándolo a trabajar como pastor durante nueve años con el rey Admeto.
Era tanta la influencia que tenía Gea, que los juramentos que se hacían en su nombre eran considerados entre los más sagrados.
A Gea se le representaba de dos formas: en las antiguas vasijas atenienses se la mostraba como una mujer entrada en años, medio levantada del suelo, llevando en sus brazos a el bebé Erictonio, un futuro rey de Atenas. En algunos mosaicos aparece como una mujer reclinada sobre la tierra rodeada por un grupo de karpoi, que eran dioses infantes que portaban los frutos de la tierra.
De igual forma, las culturas paleolíticas representaban a la tierra como mujeres con grandes atributos físicos pues decían que así debía ser, porque eso aseguraba los frutos y los beneficios de la tierra. A dichas estatuillas se les conocen como venus. Los ritos alrededor de cultos hacia mujeres vírgenes, tienen que ver con la devoción a la madre Tierra y que regularmente en todas las religiones de la antigüedad encontramos cultos muy antiguos a diosas madres. Por ejemplo, para los antiguos mexicanos, el dios del sol, Tonatiuh tenía una parte femenina a la que se le conocía como Tonatzin, la madre de todos los dioses. La cultura inca le llamaba la Pacha Mama o Abyala para la cultura andina de los aymaras. Los romanos también la veneraban con el nombre de Terra.
Este 22 de abril es el día de la Madre Tierra y desde 1970 comenzaron las manifestaciones en los Estados Unidos exigiendo un mejor trato y cuidado del lugar en el cual nos movemos y existimos. Debemos considerar a la Tierra como madre y que nosotros le pertenecemos y no al revés. De ahí que es urgente evitar su destrucción sistemática que provoca cambios climáticos, calentamientos o enfriamentos globales o movimientos de mar y de tierra que dejan estelas de muerte y dolor por el mundo. Por cierto, la palabra materia viene de dos voces: mater y terra.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina