La Cucaracha es una canción popular que prácticamente le ha dado la vuelta al mundo y que fue precisamente en Monterrey donde se popularizó, pues se cantaba como una burla que se les hacía a los soldados que perdían.
La Cucaracha es una canción popular que prácticamente le ha dado la vuelta al mundo y que fue precisamente en Monterrey donde se popularizó, pues se cantaba como una burla que se les hacía a los soldados que perdían.
Por ejemplo, se dice que los revolucionarios originalmente se la cantaron a los huertistas y que luego los villistas se la cantaron a los carrancistas cuando los hicieron huir de Monterrey a principios de 1915. Hay que recordar que después de la caída de Victoriano Huerta, los grupos militares encabezados por Villa y Zapata criticaron el liderazgo de Venustiano Carranza, a quien le solicitaron que renunciara a la primera jefatura del Ejército Constitucionalista. Obviamente Carranza desconoció los acuerdos de la Convención de Aguascalientes y el país volvió a ser escenario de la pugna entre los ejércitos de Villa y Zapata en contra del de Carranza que estaba apoyado por un grupo de sonorenses, entre los cuales destacaba Alvaro Obregón y por los lampacenses Antonio I. Villarreal y Pablo A. González. Unas estrofas certifican lo anterior:
La cucaracha, la cucaracha,
Ya no puede caminar,
Porque le falta (2)
Marihuana qué fumar.Ya se van los carrancistas
ya se van haciendo bolas
porque llega Pancho Villa
y los agarra de la cola.
Muchas de las canciones que cantamos, tienen su origen en romances medievales que interpretaban y difundían los juglares y trovadores de pueblo en pueblo. Y que llegaron a México con los conquistadores y pobladores ibéricos que al asentarse en algún lugar, le van a dar una nueva letra ajustada a los requerimientos geográficos y cotidianos de cada pueblo.
La historia de la canción de “La cucaracha” es muy antigua, pues se sabe que fue compuesta en la época de las guerras entre españoles y moros durante la reconquista de los reinos cristianos de España. El escritor mexicano Joaquín Fernández de Lizardi señaló en su libro La Quijotita y su prima, publicado en 1818, que la canción llegó a México por un capitán español.
Probablemente se cantó a lo largo y ancho de los pueblos, llevada por cantores que amenizaban las ferias y las tertulias en las principales festividades. Y cuando estalló la revolución mexicana en 1910, muchas de las noticias se propagaban en hojas de papel de china en las que imprimían la letra de un suceso en el cual se abordaban historias de traición, de asesinatos, de la actitud valiente de un ilustre revolucionario, de un hecho de amor o hasta la historia de algún animal querido como un caballo.
Es probable que las tropas revolucionarias llegaban a algún lugar cantando estrofas o corridos y hayan traído consigo los versos que en Monterrey empezaron a cantar, ajustándolos de acuerdo las necesidades y a las situaciones imperantes. Pero sin duda alguna, la versión más popular de “La Cucaracha” se compuso en una cantina del centro, ubicada en la calle Zaragoza, frente a donde estuvo la alberca Monterrey, cuando los villistas expulsaron a los carrancistas en 1915.
Después de Monterrey, la canción se empezó a propagar por Zacatecas, San Luis Potosí hasta llegar al Bajío, por Celaya o Guanajuato gracias a los valerosos hombres que formaban la famosa División del Norte. La creencia popular hace a “La cucaracha” originaria de Monterrey, pues existen versiones impresas en papel que circularon por las calles durante la estancia de los villistas en la región entre enero y abril de 1915. Una estrofa dice lo siguiente:
“los carrancistas, los carrancistas,
Ya no quieren combatir,
Porque les falta (2)
Alma y fe para morir”
Cuando salieron de Monterrey, para cubrir la huida incendiaron la antigua estación del Golfo y los amenazan con aplicarles los acuerdos de la Convención de Aguascalientes.
“Se fueron de Monterrey
Incendiando la estación
Les aplicará la ley
La Suprema Convención”Les quitaron el forraje y
También las provisiones,
Y corrieron como liebres
Dejando hasta los calzones.
Hay una estrofa que hace alusión al cañón de Santa Catarina al cual utilizaron como camino para la escapatoria o de incursiones, pues a través de ellos podían llegar fácilmente a otros puntos de Coahuila, de Santiago o de Galeana, Nuevo León.
“Les maldice la nación,
De manera muy vehemente
No volverán ya al cañón
A echárselas de aguardiente”
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina