Regularmente se relaciona a lo popular con lo “del pueblo”, pues en cuanto adjetivo proviene del sustantivo pueblo. Hoy en día, se recurre más al adjetivo que al sustantivo, pues pueblo tiene a veces un matiz anticuado. Pero ambos conceptos siempre son recurrentes en el discurso oficial cuando se refiere al pueblo o a eventos populares.
Regularmente se relaciona a lo popular con lo “del pueblo”, pues en cuanto adjetivo proviene del sustantivo pueblo. Hoy en día, se recurre más al adjetivo que al sustantivo, pues pueblo tiene a veces un matiz anticuado. Pero ambos conceptos siempre son recurrentes en el discurso oficial cuando se refiere al pueblo o a eventos populares.
Hablar del pueblo es llamar a los hombres a reunirse y a ponerse en un lugar común o tomar posición para movilizarse por y en nombre de la historia como parte de una nación o pueblo unido por coordenadas culturales a decir del filósofo francés Renán.
Popular parece ser una manera indirecta de hablar del pueblo sin nombrarlo y que a veces llega a usarse como algo peyorativo o como algo reaccionario, de sublevación, de violencia, de terror y de temor. Regularmente la palabra popular siempre nos lleva a una opción política.
Pueblo y popular han suscitado a través de la historia un crecido número de debates. Y eso porque son herramientas con las cuáles se fabrica la política, entendida ésta como búsqueda del bien común, como teoría de lo posible o como búsqueda del poder. Lo cierto es que son palabras equívocas y ambiguas. Existe una polisemia en ellas, pues se prestan a manejos políticos y a sus imprecisiones.
Pueblo y popular tienen su origen en la etimología latina populus que se usaba para designar a los habitantes de un estado constituido. A su vez, la raíz indoeuropea de popular nos lleva a entender que ple, pleo significa en sánscrito colmar o ser llenado según la abundancia, el número o el lugar. De ahí viene la palabra plenitud a la que también se relacionaba con muralla o fortaleza. Esa palabra también señala el acto de habitar y de esparcirse. Por eso, pueblo se refiere a lo pleno, a la muchedumbre, la multitud, la tropa, la raza, la familia, la plenitud, la abundancia, el número innumerable. También tiene que ver con pletho como cantidad indeterminada y ploutos como riqueza. Así como también designa muchedumbre y en consecuencia la mayor parte de los hombres.
Pero hay que hacer especial mención de que el hombre de la multitud no es pueblo, pues no se le puede reconocer o distinguir, porque no es el número el que determina políticamente al pueblo, sino la manera en que éste se reúne. Luego viene de ahí la palabra polis que designa al estado de reunión de quienes alrededor de una ciudad y de quienes hacen una ciudad o un poblado, lo constituyen por el hecho de que habitan una región o se reúnen. La ciudad es el núcleo político y de la política. La polis es el germen de un estado de la ciudad que requiere una organización. La organización exigida por el número de la ciudad y de quienes lo habitan, es la voz que se relaciona a su vez como política.
Para los griegos hay más voces: laos es el pueblo en armas, la reunión o la comunidad guerrera, démos es la población de una tierra habitada, la asamblea de los hombres unidos por una condición social común o porque viven en un mismo territorio y forman parte de una etnia. Ecclesia es la congregación por una convocatoria para deliberar algo en común, ochlos es el pueblo que provoca problemas o tumultos.
Para lo romanos, populus es lo contrario al senado y que eran los dos órganos esenciales del estado. Son el conjunto de ciudadanos de todo orden, la gente del mundo, el público. En consecuencia, los populus son el pueblo que habitan juntos, como conjunto o población de un país. Pero después adquiere el sentido de lo vulgar o del vulgo, en relación a los usos que la mayoría práctica.
Con el trascurso del tiempo, pueblo es la asamblea particular, en general, como nación o como algo geográfico, como clase o como etapa política y hasta como algo peyorativo como ya se había señalado. Como chusma, gente que no tiene calidad y que no son los burgueses acomodados y por ello honestos y decentes.
Un caso muy interesante es la palabra ecclesia, como convocatoria del pueblo, de guerreros y luego de fieles (Mt 16, 18). También es el lugar de reunión donde tiene lugar la concentración y que luego el término alude a los pequeños edificios en donde se verificaban las reuniones y que luego se convierten en centros de oración. Fue cuando la iglesia designó al pueblo de Dios y que el Concilio Vaticano II lo convierte como algo cotidiano para referirse a los bautizados.
En sí, pueblo es la fuerza en movimiento, como multitud poco ilustrada, apasionada, inconstante e irrespetuosa, con derechos y una autoridad colectiva, que se expresa en términos magníficos o de majestad, pero a la vez sedicioso y peligroso. El pueblo de Dios es a quien Dios habla a través de su palabra. Y como Dios eligió a los menos desfavorecidos, lo popular se opone a los grandes, a los sabios, a los orgullosos y a los hábiles. Pero también popular es el que se equivoca pues no sabe lo que quiere. De ahí que al pueblo pan y circo.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina