En la colonización del noreste ayudaron enormemente los esfuerzos abnegados de los frailes de la antigua provincia franciscana de Zacatecas, quienes establecieron sus conventos y misiones en lugares separados por enormes distancias y en medio de territorios desérticos.
En la colonización del noreste ayudaron enormemente los esfuerzos abnegados de los frailes de la antigua provincia franciscana de Zacatecas, quienes establecieron sus conventos y misiones en lugares separados por enormes distancias y en medio de territorios desérticos.
Por ejemplo, fundaron uno en Charcas, San Luis Potosí, desde el cual fue posible adentrarse hasta Matehuala en donde se dejó una población en 1683. Otros frailes establecieron conventos en Mazapil, Saltillo y Monterrey y en muchos casos perecieron en manos de los llamados indios bárbaros. Tal es el caso de fray Martín de Altamirano, quién había fundado con fray Lorenzo González el convento franciscano de Monterrey y que fue asesinado por los quamoquanes en un sitio cercano al río Nadadores en Coahuila en 1607.
O del considerado fray Bartolomé de las Casas de Coahuila, fray Juan de Larios, quien en compañía de cinco cotzales, se adentró al norte de Coahuila a evangelizar a las naciones de los llamados indios bárbaros en 1676. Se dice que cerca de una misión que llamada Santo Nombre de Jesús de los Peyotes, les salieron al encuentro unos 300 indios tobosos, quienes le expusieron su deseo de hacer mitote, quitarle su cabeza para jugar con ella y luego comerla en barbacoa.
Sus acompañantes retaron a un juego de pelota a los tobosos. Como los cotzales perdieron se dispusieron a defender la vida del religioso a costa de sacrificar la de ellos. En eso, se dice que el padre Larios hizo una oración al cielo y que llovió tanto a tal grado que las armas de los enemigos quedaron inservibles, por lo que éstos prefirieron huir.
En otras ocasiones, los misioneros también se dedicaron a buscar minerales, para así interesar a los españoles a que poblaran en ellos, porque como decían: “no entra el evangelio sino donde hay plata”. Todavía existen misiones y templos que nos recuerdan la acción de los franciscanos en municipios como Villaldama y Lampazos.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina