Don Agustín de Iturbide nació el 27 de septiembre de 1783 en Valladolid, actual Morelia, Michoacán. Era hijo de español Joaquín de Iturbide y Arregui y de la criolla michoacana María Josefa de Aramburu. Inició sus primeros estudios en el seminario conciliar y luego a los 17 años se afilió a la milicia con el grado de alférez. Fue uno de los más fieros y crueles opositores de los ejércitos insurgentes, ante los cuales logró sonados triunfos.
Don Agustín de Iturbide nació el 27 de septiembre de 1783 en Valladolid, actual Morelia, Michoacán. Era hijo de español Joaquín de Iturbide y Arregui y de la criolla michoacana María Josefa de Aramburu. Inició sus primeros estudios en el seminario conciliar y luego a los 17 años se afilió a la milicia con el grado de alférez. Fue uno de los más fieros y crueles opositores de los ejércitos insurgentes, ante los cuales logró sonados triunfos.
Pronto Agustín de Iturbide ganó fama de militar, alcanzando el grado de coronel, situación que le permitió encontrar a la dama de sus sueños, en ese entonces alumna de un colegio religioso al que solo permitían salir al balcón los domingos para que vieran el ambiente de la ciudad. Ella se llamaba Ana María Huarte, una fina y educada señorita de la mejor sociedad de Valladolid. Siendo parte de las filas del ejército realista, encontró el campo propicio para desarrollar sus habilidades y ambiciones, mismas que le valieron el nombramiento como comandante del ejército del norte con sede en Guanajuato.
En 1816 fue procesado ante la Real Audiencia de México, por un grupo de comerciantes importantes de Querétaro y Guanajuato, acusado por extorsión, por lo que se le separó del mando para que respondiera de las acusaciones que se le imputaban. Pero no se le encontró culpabilidad, por lo que regresó a la milicia en donde permaneció hasta 1820.
Fue cuando supo que en el Templo de San Felipe Neri, mejor conocido como de la Profesa (llamado así por que ahí los jesuitas profesaban sus votos) se reunía un grupo en donde sobresalía el mismo virrey y otros connotados ciudadanos de la ciudad de México, quienes se oponían a la aplicación de las leyes vigentes en Cádiz, que pretendían quitarle fuerza al alto clero y a los militares. En realidad él se había enterado de que había ciertos movimientos misteriosos en el templo de la Profesa, en donde entró para tomar parte de unos ejercicios espirituales que por aquellos días se desarrollaban en el mencionado oratorio.
Los integrantes de la Profesa, le encargaron que combatiera a Vicente Guerrero, pero al no lograrlo, comenzó a mandarle propios en donde lo invitaba a deponer las armas en beneficio de la independencia de la Nueva España. Finalmente ellos firmaron el 24 de febrero de 1821, para lo cual tomaron tres colores representando las garantías del encuentro y la unión de realistas e insurgentes: dios, patria y libertad, tomando un color para cada uno, el blanco, el verde y el rojo.
A decir del historiador Arnoldo de Gárate, los dos jefes se acercaron a sus ejércitos, Guerrero habló primero y arengó a los suyos: ¡Mexicanos! éste es el señor don Agustín de Iturbide, con él he sellado un pacto de honor para dar por concluída la guerra de Independencia de nuestra patria. ¡Desde éste momento México rompe las cadenas que lo unen con España y declaro que reconozco al señor don Agustín de Iturbide como jefe de los ejércitos nacionales! ¡Viva la Independencia! ¡Viva la Libertad!
Con el llamado “Abrazo de Acatempan” terminó un episodio de la historia de México de trascendental importancia, en él no solamente se rompían lo lazos dependientes de España, también se unían dos fuerzas que por espacio de once años fueron antagónicas en los campos de batalla y en el de las ideas. El 24 de febrero de 1821, Iturbide dio a conocer el “Plan de Independencia” al que se llamó posteriormente “Plan de Iguala” por ser esa ciudad en donde se expidió y al que se adhirió Vicente Guerrero. Luego Iturbide logró pactar con Juan de O´Donojú que venía a tomar posesión como virrey de la Nueva España mediante los Tratados de Córdoba el 24 de agosto de 1821.
Obviamente que España y los altas esferas del poder novohispano no reconocieron la labor de Itubide, a quien consideraron desde un principio un traidor a los principios que se establecieron en el Templo de la Profesa. También otra facción insurgente, la encabezada por Guadalupe Victoria no aceptó los acuerdos entre Guerrero e Iturbide, pues consideraba que solo beneficiaba y privilegiaba la posición de Iturbide.
El movimiento culminó el 27 de septiembre de 1821 con la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, exactamente el día en que cumplía 38 años de edad. El Ejército Trigarante formado por 16 mil hombres, compuesto por realistas e insurgentes, quienes al frente llevaban como estandarte la bandera de las tres garantias: Religión, Unión e Independencia, representadas por tres estrellas y como divisa los tres colores patrios: blanco, verde y rojo. Todo era alegría, incluso hasta unas religiosas de un convento poblano prepararon un platillo acorde a los colores de las tres garantías: los chiles en nogada.
El Acta de Independencia del Imperio Mexicano se firmó el 28 de septiembre de 1821, en la ciudad de México, encabezando la lista de firmas la de don Agustín de Iturbide y la de don Juan O’ Donojú. Ese día se integró la Junta Provisional Gubernativa, para lo cual Iturbide resultó electo presidente por unanimidad. Posteriormente la Junta constituyó la Regencia de México, integrada por cinco personas, encabezadas por Agustín de Iturbide como presidente de la Regencia. Ellos tenían la responsabilidad de ofrecer a Fernando VII la corona del Imperio Mexicano o alguno de los borbones españoles.
Como España no aceptó la independencia, en consecuencia tampoco se abría la posibilidad de que nos gobernara alguien de los Borbonos. Hábilmente Iturbide movió sus posiciones y logró que el 18 de mayo de 1822, el regimiento de Celaya, encabezados por Pio Marcha y Epitacio Sánchez, le proclamaran en una reunión callejera como emperador de México. Al día siguiente el Congreso ratificó esta proclamación. La coronación de Iturbide se realizó el 21 de julio de 1822 con mucha pompa y lujo.
El 23 de febrero de 1823, aprobó el Reglamento Político Provisional del Imperio, que no fue reconocido por un grupo de militares al mando de Antonio López de Santa Anna. Iturbide mandó a uno de sus hombres para que pactara con él, pero en lugar de ello se pasó al bando de Santa Anna, quien proclama el Plan de la Casa Mata.
Por lo que tuvo que abdicar el 19 de marzo de 1823 y huyó a Europa. Iturbide regresó a México el 14 de julio de 1824, con la idea de que en México se le extrañaba. Desembarcó en Soto la Marina, en donde fue aprehendido por Felipe de la Garza y se le condujo a Padilla, entonces capital de Tamaulipas. Fue sentenciado a la pena capital y fusilado el 19 de julio de 1824. Tiempo después en ese sitio, un antiguo compañero de armas, Manuel Mier y Terán se suicidó en el mismo lugar. Luego Padilla fue inundado por las aguas de la presa Vicente Guerrero y sus restos fueron exhumados para llevarlos a la Capilla de los Reyes en la Catedral Metropolitana de México.
A Iturbide se le desconoce su importancia en la historia y se le pone en la antítesis de Hidalgo. Si uno comenzó, el otro concluyó el periodo insurgente. Lo cierto es que hasta se le considera un traidor. Por ello hay pocos municipios que llevan su nombre; uno en Nuevo León y otro en San José de Iturbide, Guanajuato.
Antonio Guerrero Aguilar