Dicen que recordar es volver a pasar las cosas por el corazón. Sin duda alguna, el 2010 será un año propicio que nos hará recordar a las gestas heroicas iniciadas en el pueblo de Dolores, Guanajuato en 1810 y con el Plan de San Luis en 1910. Porque nuestra nación tiene en esos dos periodos, el origen del nacionalismo que constituye nuestra mexicanidad.
Dicen que recordar es volver a pasar las cosas por el corazón. Sin duda alguna, el 2010 será un año propicio que nos hará recordar a las gestas heroicas iniciadas en el pueblo de Dolores, Guanajuato en 1810 y con el Plan de San Luis en 1910. Porque nuestra nación tiene en esos dos periodos, el origen del nacionalismo que constituye nuestra mexicanidad.
De ahí que don Porfirio Díaz, previo a las elecciones de 1910, se dedicara con todo a promover los festejos del centenario de la Independencia de México, a través de una comisión nacional que trabajó en la rehabilitación de monumentos históricos y de otras obras de carácter cultural. Se erigieron en todo el país 88 monumentos y columnas conmemorativas. De todos ellos sobresale el Monumento a la Independencia , popularmente conocido como “el Angel” y en Monterrey, específicamente el “Arco de la Independencia”. El patronato también promovió la instalación de diez bibliotecas, nueve hospitales, 42 mercados, así como la construcción y reparación de escuelas y de 130 palacios municipales.
Y cien años después, estoy seguro de que México puede y con creces, superar la marca de lo que se hizo hace 100 años. Lamentablemente hoy en día, nuestro país aparece como uno de las naciones más rezagados en la elaboración y aplicación de proyectos enfocados a los dos magnos festejos. Aunque tenemos una comisión nacional, parece que ésta no es importante pues no ha tenido la continuidad deseada, pues en solo tres años han desfilado tres titulares.
Hasta agosto del 2008, solo 18 estados de la Unión matenían sus comités y Nuevo León se convirtió en el estado número 19, con el cual se presentó una serie de fascículos que hablan de la historia y participación de los municipios de Nuevo León en los dos magnos acontecimientos.
Vale la pena participar en tan magnos eventos. Como sociedad civil debemos exigir mayor definición de los proyectos estatales, pues lamentablemente no hemos visto gran cosa por parte de ellos. Hasta ahora todo ha quedado en buenos deseos. Lo peor del caso es que estamos a escasos cuatro meses de que todo inicie y verdaderamente como ciudadanos, debemos exigir la conjunción de esfuerzos y trabajos orientados a la celebración de tan importantes fechas.
Los festejos del bicentenario y del centenario giran en torno a los siguientes ejes, uno de ellos se centra en la memoria histórica, entendida ésta como referencia a lo que realmente fueron los hechos históricos que componen esos periodos y la forma de difundirlos y los valores que significaron. De ahí que debamos reconocer a México como una nación diversa, como premisa fundamental de nuestra identidad nacional y la manera en que la concebimos.
Con imaginación y creatividad, debemos ver la posibilidad y la forma en que expresamos esa memoria histórica, ya sea a través de espacios para la memoria colectiva y la recapitulación en materia cultural que constituye la identidad nacional que expresa nuestra mexicanidad. Para ello debe haber convocatorias, programas editoriales, obra pública y restaurar el patrimonio histórico y cultural vinculado a los dos movimientos.
Y como todo festejo cívico nos ayuda a realizar un ejercicio de análisis histórico, que nos permita tener una adecuada memoria e identidad cultural. Por ello es necesario ampliar y revisar el abanico de los actores que intervinieron en dichos procesos y valorarlos en su justa dimensión y de sus respectivas aportaciones, para que todos los protagonistas de los dos episodios de nuestra historia sean reconocidos. También propongo que el periodo conocido como de la Reforma Liberal, que está cumpliendo 150 años, sea difundido y promovido en los cuatro meses que le restan al 2009.
Ahora que hubo recortes en las inversiones públicas en los festejos, nos hace pensar en la participación activa y propositiva de la sociedad, sin que los niveles de gobierno renuncien a sus proyectos de difusión, promoción y rescate de la cultura nacional. Ya que constitucionalmente es labor de nuestros gobernantes apoyar la conservación, cuidado y difusión de nuestra memoria histórica y de nuestro patrimonio cultural tangible como intangible, que nos sitúa como una nación con un rico pasado que comprende 3 mil años de esplendor y grandeza histórica.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina