El año de 2010 será un año crucial para la historia de México, pues se cumplen 200 años de que inició guerra de la Independencia de México y 100 de la Revolución Mexicana. Pero también como iberoamericanos estamos festejando que países hermanos como Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Venezuela, El Salvador, Paraguay y México hayan obtenido la independencia de España. Todos ellos integran el llamado Grupo Bicentenario.
En realidad estamos festejando 200 años del llamado “ Grito de Dolores”, en el cual el Padre Miguel Hidalgo dio inicio a la llamada guerra de Independencia que comprendió once años: desde septiembre de 1810 hasta septiembre de 1821, cuando el ejército Trigarante encabezado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero entró a la ciudad de México.
Por lo que la guerra de Independencia abarca diversas etapas: la inicial que va del grito de Dolores hasta la aprehensión de los insurgentes en Acatita de Baján en 1811, la etapa en la que prevalece y predomina la obra, el genio militar y el pensamiento del padre José María Morelos y Pavón, hasta su aprehensión y fusilamiento en 1815, la expedición insurgente del padre Mier y de Francisco Javier Mina en 1817 y la última etapa en la que Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria hicieron la guerra de guerrillas en 1816 hasta la consumación de independencia el 27 de septiembre de 1821.
También estamos festejando el inicio de la Revolución Mexicana con el llamado “Plan de San Luis”. En realidad, la revolución mexicana abarca distintas etapas, la inicial en noviembre de 1910, cuando Francisco I. Madero proclama el Plan de San Luis y que por diversas posturas y tendencias, dicho periodo revolucionario comprende aparentemente hasta 1929, cuando el entonces presidente Plutarco Elías Calles, con la intención de terminar con la era de los caudillos y jefes de la revolución, se propuso dar origen al México de las instituciones. Aunque para algunos estudiosos de ese periodo, abarca hasta los últimos levantamientos armados que se dieron en la década de los 40 del siglo pasado.
Ambos periodos fueron precedidos por acontecimientos paralelos, que por decirlo así, sembraron el descontento que propició en cierta forma el origen de ambos etapas: la invasión napoleónica a la península ibérica en 1808, con la intención de poner a José Bonaparte como emperador y derrocar a Fernando VII y la asonada en la que participaron Francisco Primo de Verdad y el Virrey Iturrigaray y cuando en 1908 Porfirio Díaz se entrevistó con James Creelman y le dijo que México estaba listo para la democracia. De ahí que Madero escribiera un libro llamado “La Sucesión presidencial de 1910” en donde manifestaba su intención de buscar la presidencia de la república. Y efectivamente participó en las elecciones que perdió y en consecuencia proclamó el Plan de San Luis cuyo lema sintetiza sus propuestas políticas: Sufragio efectivo, no reelección.
A diferencia de los demás países iberoamericanos que conformaron el llamado Grupo Bicentenario, los mexicanos estamos recordando dos hechos esenciales en la historia de México, la Independencia y el de la Revolución. Hay quienes dicen que la historia volverá a repetirse, pues encuentran situaciones similares a las que provocaron las caídas de los dos regímenes: el colonial y el porfirista. Son aquellos que con cierta actitud pesimista, aseguran que historia es cíclica y que por ello volverá a suceder algo en el 2010. Y como dicen que un pesimista es un realista informado, mientras que el optimista es un idealista desinformado, pues a lo mejor sucede algo, pero sinceramente no me inclino a pensar de que habrá otro movimiento como el de 1810 y 1910. Porque un cronista no es profeta ni redime los acontecimientos pasados.
Ciertamente hay muchas posturas en torno a los magnos festejos. Unos ven en ellos, la posibilidad de reconocer y ensalzar el papel de los héroes que nos dieron patria. Para otros, es la oportunidad de plantearnos la pregunta de ver si somos viables como proyecto de nación. Otros más niegan toda posibilidad de festejar pues dicen que ambos movimientos lo único que hicieron fue interrumpir el proceso de construcción nacional.
Para la mi es la oportunidad de analizar la posibilidad de definir el proyecto de nación y efectivamente, la de conocer la historia de México que a estas alturas se nos presenta como una asignatura sin sentido en los planes de estudio o como un conocimiento anacrónico y alejado de la realidad. Todo lo contrario, pues para conocer y formar una verdadera comunidad política se requiere conocer nuestra historia.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina