Los hombres de la antigüedad, creían equivocadamente que los cielos giraban en torno a la Tierra. El sistema geocéntrico sostenía que la tierra era el centro del universo y el sol y las estrellas giraban en torno a ella. La Tierra estaba quieta como reina y era el único lugar posible de vida en el universo.
Los hombres de la antigüedad, creían equivocadamente que los cielos giraban en torno a la Tierra. El sistema geocéntrico sostenía que la tierra era el centro del universo y el sol y las estrellas giraban en torno a ella. La Tierra estaba quieta como reina y era el único lugar posible de vida en el universo.
Los presocráticos concluyeron que todo en el universo estaba constituido por cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. Los pitagóricos entendían al cosmos como mundo ordenado. En el año 340 antes de Cristo, Aristóteles en su libro De los cielos, establecía que la Tierra era una esfera. Estimaba la circunferencia de la Tierra en 400,000 estadios. También en ellos concluía que los eclipses ocurrían porque la Tierra se situaba entre el Sol y la Luna.
También dedujo que la Tierra era estacionaria y que el Sol, la Luna, las estrellas y los planetas se movían en órbitas circulares alrededor de ella. También se interesó por la Física, al decir que el estado natural de un cuerpo es en reposo y que solo se movía por impulso. De ahí llegaba a la conclusión de que un cuerpo pesado caía más rápido en comparación que uno ligero. Hay que señalar que en ese tiempo, las leyes podían deducirse por medio del pensamiento y no era necesario comprobarlas por observación.
Sostenían que la Tierra era el centro del universo y de que el movimiento circular era el más perfecto. Esta idea la difundió Ptolomeo en el siglo II después de Cristo. Este sistema geocéntrico sostenía que la tierra permanecía en el centro, rodeada de ocho esferas que trasportaban a la Luna, el Sol, las estrellas y los cinco planetas conocidos en ese tiempo que eran Venus, Marte, Mercurio, Jupíter y Saturno. A su vez los planetas se movían en círculos más pequeños. El sistema de Ptolomeo proporcionaba un sistema que ayudaba a predecir las posiciones de los cuerpos celestes en el firmamento.
El argumento de que la tierra era una esfera no era muy convincente, pues pensaban que entonces existían las antípodas en donde habitaban seres con los pies hacia arriba. Como el sistema ptolomeico no contradecía a las escrituras, fue adoptado por la Iglesia Católica y tuvo vigencia durante la edad media, pues permitía situar más allá de la esfera de las estrellas fijas, un lugar para el cielo. Es cuando el catecismo sostenía que el cielo era el lugar de la luz inaccesible.
En el medioevo, se sostenía que el cosmos es finito y delimitado, ya sea como creación ordenada y circunscrita por el logos en cuanto número y medida. En ese tiempo, el hombre medieval interpretaba al mundo desde la experiencia del hombre.
Pero el renacimiento, en cuanto etapa de transición del medioevo a la era moderna, trajo otra forma de ver al universo. Para 1514, el sacerdote polaco Nicolás Copérnico desarrolló una teoría que sostenía que el sol estaba estacionario en el centro y que la tierra y los planetas se movían en órbitas circulares a su alrededor. La teoría heliocéntrica substituyó a la geocéntrica. Gracias a Copérnico se terminó con la idea de que el universo tiene una frontera natural y que la Tierra giraba alrededor de su eje cada 24 horas.
Kepler y Galileo apoyaron ésta teoría. Para 1609 la teoría aristotélica ptolomeica comenzó a perder fuerza, cuando en Pisa, Italia, Galileo Galilei comenzó a observar el cielo nocturno a través de un telescopio. Cuando vio al planta Júpiter se dio cuenta que estaba acompañado por pequeños satélites o lunas que giraban a su alrededor. De ahí llegó a la deducción de que no todo podía girar en torno a la tierra. A su vez, Kepler sostenía que los planetas se movían en círculos alargados o elipses.
En 1687 Newton presentó una teoría que explicaba el movimiento de los cuerpos en el espacio y en el tiempo, desarrollando sistemas matemáticos para analizar los movimientos. Es cuando surge la Astronomía. También a Newton le debemos la ley de la gravitación universal, en la cual cada cuerpo en el universo es atraído por otro cuerpo con una fuerza que era tanto mayor, en cuanto más extensos fueran los cuerpos y cuanto más cerca estuvieran uno del otro.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina