Originalmente las banderas servían como estandartes que guardaban el alma de algún animal al que consideraban el espíritu protector de la tribu.
Originalmente las banderas servían como estandartes que guardaban el alma de algún animal al que consideraban el espíritu protector de la tribu. De ahí que muchos de ellos contengan la forma de una fiera o de un ave, inclusive hasta de un dragón. Eran distintivos que a la larga fueron utilizados para representar grupos o fracciones ideológicas. Si nos fijamos, muchas de las banderas que conocemos encierran un simbolismo muy interesante: por ejemplo, la bandera de Inglaterra mantiene cruzadas tanto a la cruz de San Jorge como a la de San Andrés. La de Argentina recuerda al cielo azul con un sol radiante, que vio el general Belgrano cuando estaba pensando que estandarte representaría al antiguo Virreinato del Río de la Plata. Por su parte, la bandera de Francia nos recuerda a los colores azul y rojo que representaban a la Ciudad de París, a la que luego se le añadió el blanco que representaba a Dios y que los guió durante la lucha en contra de la dictadura durante la Revolución Francesa.
La bandera de la estrella solitaria” conocida así a la de Texas fue adoptada en 1838. Sobresale una estrella blanca de cinco puntas y tiene tres colores: el rojo simboliza la valentía, el blanco la pureza y la libertad y el azul la libertad. También a la bandera de Cuba se le conoce como de la estrella solitaria. Esta fue inspirada a Narciso López en 1850 cuando vio los colores radiantes de un amanecer y la estrella recuerda a Venus brillando en todo su esplendor. Definitivamente cada nación, estado o región cuenta con algo que la identifique y que sintetice los valores más representativos de su cultura y de su historia.
La bandera de México comienza a definir su forma actual cuando en 1916, Venustiano Carranza dispuso que la forma del águila fuera restituida en su forma que le dieron los primeros constituyentes en 1823. Por ello encargó el diseño al artista michoacano Antonio Gómez. Luego el 5 de febrero de 1934, Abelardo L. Rodríguez decretó que las orlas de laurel y encino cerraran en círculo. Con ello se modificó el Escudo Nacional.
El 24 de febrero de 1937, siendo presidente el general Lázaro Cárdenas, se celebró por vez primera en la Ciudad de México el día de la bandera. Como dato curioso, en la primera ceremonia estaba una estatua de Vicente Guerrero, ya que el primer militar que juró lealtad a la bandera el 24 de febrero de 1821 durante el encuentro con Iturbide. No obstante, fue hasta el 24 de diciembre del año siguiente, cuando el Comité Pro Día de la Bandera Nacional encabezado por el Señor Benito Ramírez Espíndola, logró que el Senado de la República declarara al 24 de febrero como día de la bandera.
Cuentan que el Señor Ramírez vio como en 1934, durante una fiestas cívicas en Veracruz, los edificios públicos y algunas casas particulares usaban distintas banderas como el símbolo de la hoz y el martillo. Pensó que no debía ser la bandera de la entonces Unión Soviética el símbolo que nos representara como mexicanos.
El 22 de febrero de 1940, la Secretaría de Educación Pública, dispuso que en todas las escuelas se le rindiera un tributo diario al lábaro patrio y se cantara el himno nacional antes de comenzar las clases. También el ejército dispuso que todos sus miembros efectuaran dichas ceremonias cívicas. El 24 de febrero de 1942 el general Manuel Avila Camacho, dispuso que se tomara el juramento a la bandera en todas las escuelas públicas y en los eventos públicos que se realizaran en los municipios y en los estados. Originalmente la ceremonia del día de la bandera se hacía en el panteón de San Fernando, hasta que Gustavo Díaz Ordaz dispuso que se hiciera a nivel nacional con la intención de propiciar el respeto y el conocimiento a una bandera que nos representa en la unidad ante la adversidad.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina