Los romanos fijaban la fecha a partir de la fundación de Roma en el año 753 antes de Cristo. Con ello establecían cifras a las que acompañaban con las iniciales UC que significan urbis conditae (de la fundación de la ciudad).
Los romanos fijaban la fecha a partir de la fundación de Roma en el año 753 antes de Cristo. Con ello establecían cifras a las que acompañaban con las iniciales UC que significan urbis conditae (de la fundación de la ciudad). Pero una vez que cayó el imperio y la religión cristiana se convirtió en la oficial, debieron establecer una nueva división de los tiempos en la cual se debía considerar a Jesús Cristo como el centro de la historia y como el eje ordinario en torno al cual gira todo acontecimiento humano. A partir del nacimiento de Cristo es después de Cristo y antes de su nacimiento es antes de Cristo. Aunque también existen estudiosos que prefieren dividir las dos etapas con los iniciales a.n.e. y d.n.c. que significa antes y después de nuestra era.
En el año 526 d.C. siendo Papa San Félix III, tratando de investigar en año en que nació Jesús, pidió a un religioso de nombre Dionisio el Exiguo, para que se diera a la tarea de precisar ese dato. Para no batallar, Dionisio estableció que el nacimiento de Cristo era el año 0 y que a partir de ahí, comenzaba la nueva era. Como es de suponerse el religioso se equivocó, pues no consideró algunos aspectos relevantes de índole histórica, como la de la matanza de los inocentes, la aparición de un cometa que probablemente se trataba de una super nova, la llegada de los reyes magos o los tiempos en los que gobernaba Herodes. Además no consideró que la tierra gira alrededor del sol en 364 días y una fracción que a la larga forman los años bisiestos y que por eso se le añade un día más al mes de febrero. Por ejemplo, tuvo un error de cálculo al creer que dicho nacimiento se había dado en el año 747 o 748 de Roma, es decir en el año 6 o 7 antes de Cristo. A Dionisio se le debe la división de antes y después de Cristo.
Dice el evangelio de Marcos 2,1, Jesús nació en tiempos del Rey Herodes y por escritos del historiador romano Flavio Josefo, sabemos que ese rey murió en el año 4 antes de Cristo. Pero para los estudiosos de las sagradas escrituras y de la historia de la cristiandad, lo más probable es que su nacimiento fuera en el año 7 a.C. y que al comenzar su vida pública contaba con 34 años de edad.
Lamentablemente los evangelios no señalaban con exactitud el nacimiento de Jesús. Porque a decir verdad, lo más importante para algunos de los evangelistas, era la de presentar la palabra de Dios que se hizo carne y habitó entre nosotros. En distintas tradiciones religiosas, tanto de occidente como de oriente, a lo largo de la historia se han fijado diversas fechas para establecer el nacimiento de Jesús: el 6 de enero, el 25 de marzo, el 10 de abril o el 29 de mayo. La fecha del 25 de diciembre se estableció a partir de criterios proféticos o de ciertas obligaciones estacionales y climatológicas que reinaban en tiempos paganos.
El 24 de diciembre en los pueblos de la antigüedad se festejaba el nacimiento del Sol Invicto. Precisamente es el solsticio de invierno, en el cual la luz del sol parecía perder su fuerza para iniciar de nueva cuenta el ciclo de regeneración vital del universo. Por eso es el sol que vence sobre la obscuridad para resurgir con todo esplendor y luminosidad en el firmamento. De ahí que tomaran la profecía de Isaías que nos indica que nacerá el sol que nace de lo alto para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte.
Es importante señalar que tanto las fiestas de la Natividad como de la Epifanía, constituyen una sola fiesta cuyo objetivo es observar la encarnación del Verbo. Una para occidente, el 24 de diciembre y para la iglesia oriental el 6 de enero. De hecho para la Iglesia Ortodoxa Oriental el nacimiento de Jesús se da el 6 de enero. Fue a fines del siglo IV y comienzos del siglo V d.C. cuando se distinguieron una de otra: en una se da el nacimiento y en la otra el bautismo de Cristo. La institución de la navidad data del año 336, fecha en que tenemos noticia de una primera celebración en Roma. Luego el papa Julio I estableció entre el 341 y el 352 d.C. la fecha del 25 de diciembre para festejar el nacimiento de Cristo.
¿Y quién fue Jesús? Un profeta judío que nació en Belén y que pasó toda su vida en Nazareth, Galilea, nacido al comienzo de la era cristiana y crucificado según la tradición en el año 37. Su vida está narrada en los evangelios, mismos que ya se conocían desde el siglo II. Pero las fuentes históricas de la época no contienen ninguna información sobre Jesús, a tal grado de que corrientes radicales niegan su existencia pues presenta graves problemas históricos. En sí Jesús es un profeta pues hablaba y predicaba como tal, es la sabiduría o logos de Dios, un mesías, un ángel, un mediador gnóstico y un maestro y sanador con poderes milagrosos. Para los gnósticos Jesús era un maestro que había revelado a Dios.
En el siglo IV se define el dogma católico sobre las tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Es verdad que algunos elementos acerca de su vida y su obra fueron tomados del paganismo, como al fecha del 25 de diciembre, pero se celebra un día cuyo acontecimiento se registra en los evangelios, aunque no se diga en que día sucedió. No obstante encontramos referencias de Jesús en el Antiguo Testamento por ejemplo en el libro de Isaías 60,6 y en el Salmo 72, 15. De hecho, todo el Antiguo Testamento prefigura en muchos sentidos su nacimiento y vocación profética y salvífica.
Pero para nosotros los cristianos, lo que no debemos olvidar es que Jesús nació y se hizo como nosotros. De acuerdo al himno cristológico de San Pablo (Fil. 2,5-11) aceptamos que Cristo Jesús, el cual existía en la forma de Dios, no exigió tener su gloria debido a su divinidad, se anonadó tomando la forma de Siervo de Dios y se asemejó a todos los hombres en su condición. (sic)
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de Santa Catarina