Villa de García, Nuevo León, tiene su origen en una estancia que servía de enlace y comunicación entre los viajeros y primeros pobladores de fines del siglo XVI. En 1583 Manuel de Mederos obtuvo merced para poblar ésta región, que recibió el nombre de Pesquería, probablemente en relación a una de las actividades predilectas de los conquistadores para hacerse y “pescar” indios y llevarlos a trabajar en las minas de San Gregorio de Mazapil.
Posteriormente, la estancia fue mercedada a don Gonzalo Fernández de Castro al parecer en 1624 por el entonces gobernador del Nuevo Reino de León Martín de Zavala y al nombre de la nueva hacienda se le añadió el de San Juan Bautista. Dado que el río que atraviesa el territorio también le llamaron de Pesquería y llega hasta desembocar al Río San Juan, a uno de los lugares por los que pasa le pusieron también Pesquería y para diferenciarlos, a uno le llamaron Pesquería Grande y al otro Pesquería Chica.
Regularmente en los procesos para establecer poblaciones, se seguían los siguientes lineamientos: debían estar cerca de un río o manantial, estar situados entre cuatro y seis leguas, más o menos 20 o 30 kilómetros uno de otro y se les imponía el nombre de acuerdo al santoral del día o del santo del momento.
De ellos por ejemplo, sobresale Santiago Apóstol, por ser el patrono de las milicias tanto terrestres como marítimas de España. Si nos fijamos bien, existen en la región varios Santiagos: en el Huajuco, Saltillo, Sabinas y Monclova. Otro de los santos más socorridos era Juan el Bautista, ya que existen poblaciones que lo consideran su santo patrono, entre ellos Villa de García, Cadereyta y Lampazos.
Y San Juan Bautista es el profeta por excelencia del Nuevo Testamento. Es la voz que clama en el desierto la venida del Mesías. Es el arrebatado de Dios que vivía en desierto y llamaba a la conversión de los fieles y los bautizaba con agua en el Río Jordán. Su vida demuestra el poder de Dios en todos sentidos: hijo de una madre ya anciana que no podía tener familia, a su vez emparentada con la Virgen María. Incluso se cree que pertenecía a una secta situada en Qumrán, a orillas del Mar Muerto, llamados “Esenios”. Que se alimentaba de lo que naturaleza y la providencia le prodigaban. Era el que retaba al soberano para que viviera de acuerdo a las costumbres de la religión y que éste rendido ante los encantos de una danza, concedió el deseo de decapitar a Juan.
El Juan Bautista que bautizó a Jesús y que el mismo Mesías advierte a sus apóstoles y discípulos de la grandeza de las obras de Juan El Bautista. Por su importancia, se le clasifica como el sucesor o continuador de las profecías y obras de Elías. Y curiosamente, en ésta población, existen tres templos dedicados a las tres figuras en cuestión: El Profeta Elías, El Santo Cristo de la Agonía y a San Juan Bautista.
Y precisamente a ésta hacienda, se le llamó desde fines del siglo XVI, San Juan Bautista de Pesquería Grande y en su honor, las distintas capillas que se contaban, estaban dedicadas en su honor.
La hacienda creció y se dividió en cuatro partes: la de los Fernández, la de la Capellanía, la de los Sepúlveda y la de los Garza. Por su importancia, en las comunicaciones y en la defensa de los ataques de los llamados indios bárbaros, a la par de su buena agricultura y ganadería, la hacienda se convirtió en Valle, categoría política encabezada por un alcalde mayor y en 1851 fue elevada a municipalidad con el apellido de un hijo ilustre que fue gobernador de Nuevo León: Joaquín García.
Y desde 1808, el templo o capilla del valle fue elevado a parroquia. Hace doscientos años de ello. Por eso, es una obligación moral de todos los que queremos a García, desarrollar el origen y la historia de un templo emblemático de un pueblo simbólico de Nuevo León, para que la comunidad parroquial de San Juan Bautista de Villa de García, realmente se prepare espiritualmente para festejar su jubileo.