Cosas que suceden
La vida en nuestro pueblo es muy peculiar, pocas son las personas que obedecen las reglas elementales del buen vivir; para ilustrar tal concepto les cuento lo que hace dos días me sucedió: transitando en mi camioneta por la calle Escobedo, al llegar a la acera del Seguro Social me pasó un percance que me irritó sobremanera; hay un joven impedido que deambula en una silla de ruedas, lo único que sé de él es que le llaman Jorge; pues bien en varias ocasiones le di monedas y hasta le pagué un refresco y una hamburguesa, consideraba que ayudándolo soportaría mejor su desventura, pero un día me di cuenta de que el dinero lo empleaba para comprar cerveza y lo sorprendí haciendo sus necesidades sobre la banqueta para bochorno de las personas que lo vieron; desde entonces no le volví a regalar dinero, tal vez se irritó conmigo el caso es que estando en su vehículo frente a la salida de las ambulancias del Seguro Social, de pronto se atraviesa y se pone delante de mí, obligándome a frenar intempestivamente, alguien venía atrás de mí y hace lo mismo, y suena el claxon muy irritado, sin saber por qué me paré; a punto estuvo de darme un golpe y yo de atropellar al minusválido.