La participación de elementos muy jóvenes en las actividades del narcotráfico y en la ola de maldad que hay en la ciudad y el país, pienso que aumentó a partir del momento en que a la juventud se le eximió de concurrir a los campos de entrenamiento, a recibir disciplina militar obligatoria.
Recuerdo que en nuestros años mozos al llegar a los 18 años, acudíamos a los sitios que estaban señalados exprofeso para recibir instrucción militar, la primera regla que teníamos que obedecer era la de la puntualidad, ya que rigurosamente se pasaba lista de asistencia, las faltas contaban ya que al final el que no tuviese el porcentaje de asistencia reglamentario, el año siguiente tenía que hacer de nuevo el servicio entrando como remiso.
La segunda regla era la disciplina: toda indicación que se te daba tenía que ser obedecida, si fallabas recibías una sanción, si la falta era mayor se te decretaban horas de arresto tras las rejas de un recinto carcelario.
Se te inculcaban buenas costumbres y te enseñaban a ser cortés con las damas y a ser caballero con las personas mayores.
Pero sobre todo te inculcaban Honor y Amor a la Patria, aprendías a cumplir tu palabra, y a respetar tus compromisos, te hacían sentir la responsabilidad que es llevar un uniforme militar y sentirte orgulloso de portarlo haciéndote digno de él, había clases para los analfabetos y espacios culturales para todos, donde se exaltaban los méritos de los héroes de la patria y el respeto a sus símbolos.
Desde luego que había quien ya traía de su hogar todos estos principios, pero también asistían los que eran agrestes, hostiles y difíciles, pero el Cabo, el Sargento, el Sub-teniente, el Teniente, el Capitán o el Coronel te hacían entrar en razón y a caminar bien derechito.
Tal vez en estos tiempos de Ninis, lo que se necesita es disciplina y buenas costumbres y creo que el entrenamiento militar obligatorio ayudaría a resolver en parte la problemática que estamos viviendo.
Profr. Santos Noé Rodríguez Garza
Cronista Oficial de la ciudad
Miembro activo de la AESH