La gloria de los muertos perdura
en la memoria de los vivos. Cicerón
La gloria de los muertos perdura
en la memoria de los vivos. Cicerón
La vida de todo humano esta llena de alegrías y sinsabores, se va y se viene por el mundo, se siembra y se cosecha: hay veces que los frutos son abundantes y otras la cosecha es magra.
Para fortuna de la Maestra María Elva Solís de Pérez, en vida pudo saborear el contenido del producto que sembró; ya que por todos lados hay cantidad de personajes que fueron sus alumnos, y que la recuerdan con mucho respeto y cariño.
En mi vida y en mi corazón guardo recuerdos señeros de mi relación con ella; la conocí en 1944, recién titulada como Maestra, llegaba como parte del Personal Docente de la Esc. Teresa Rivera de García, me habían enviado a la Dirección de la escuela por gis para el salón, la vi, conversando con el Director y me deslumbro su esbeltez y su hermosura; no volví a saber de ella; pues a los niños no se nos permitía ir a pasear a los corredores de la escuela de niñas; la encontré de nuevo en la escuela Secundaria, donde nos impartía la clase de Español, su trato era de una persona amable y respetuosa, la escuché declamar en muchas ocasiones y era admirador incondicional de su estilo y de su arte; de nuevo la encuentro en la escuela Normal y en el trato diario fue naciendo una sana amistad que compartía con todos sus alumnos; el año de 1952, en el mes de la Patria, las Autoridades Municipales decidieron cambiarle el nombre a la calle de Piedra, para colocarle el de Niños Héroes; para el programa a desarrollar le piden a la Escuela Normal que intervenga con un número artístico, y el Director acuerda que sea un poema alusivo; y le confieren al Prof.. Francisco J. Montemayor el trabajo de elaborarlo, ya que es un poeta reconocido; a la Profesora Elva le dan la comisión de designar y preparar un alumno para que se encargue de declamarlo; ella con un gesto muy noble para mi persona, me escogió para hacer el trabajo, sin pensar siquiera que con su decisión me iba a cambiar la vida. Me dio las indicaciones necesarias y me instruyó para que saliera bien la encomienda; salí airoso del acto y con aquello sacudí el complejo de inferioridad que ataba mi vida y me proyectó por caminos, por mi jamás soñados.
Hoy que el destino la alcanza y se va a rendir tributo a la madre tierra, quedará por siempre el recuerdo de la Maestra: capaz y responsable, trabajadora y visionaria, que dedicó su vida íntegra a la enseñanza. María Elva Solís de Pérez tiene un lugar preferente en el libro de la Historia de la Educación de su pueblo, deja un legado cultural envidiable y una noble familia que recordará por siempre: el ejemplo de la madre cariñosa y abnegada, el amor de la esposa ejemplar y el sano camino de la amistad que supo cultivar.
Descanse en paz una Maestra Inolvidable.
SANTOS NOÉ
Cronista de la ciudad
14 de Febrero de 2010