Las campañas políticas están en toda su magnitud, no estamos acostumbrados a tanta saña y tanto descontón en las lides que se suponen deben ser democráticas y civilizadas.
Escuchamos de algunos candidatos a nivel nacional, propuestas descabelladas y soluciones que en el pasado se han visto que no son viables.
A nivel Estado y a nivel municipal también se repiten.
Tal parece que algunos candidatos quieren hacer de México un país de limosneros. En lugar de ofrecer planes reales de empleo y soluciones aterrizadas pretenden darle al pueblo todo gratis y con cargo al Erario Público.
No pretenden como el pueblo japonés; enseñar al hombre a pescar, sino que le quieren dar el pescado en su mano.
Es necesario que veamos con detenimiento qué planes de los que ofrecen son más viables y más realistas.
Porque con demagogia, mentiras y falsas promesas, sólo se consigue que el pueblo se aleje de las casillas y abomine de la política.
Todos queremos que nuestro pueblo progrese, que siga por la vía del engrandecimiento económico y cultural y ello se consigue con una buena propuesta y un sano juicio. Solo falta por hacerlo realidad.
Votemos el próximo dos de julio.