El martes y miércoles de la Semana Santa de 1990, fueron de excursión piscatoria: Leonel y Arturo Ruiz Reséndez, Benito López Valadez, Eloy Treviño Flores, Pedro Gámez Sánchez, Julio César Ábrego Cavazos y Pedro César Gámez de León, a la Presa de Agualeguas, en la hora de la comida, llegó otra excursión formada por Héctor Gandhi Montemayor Ayala, Juan Daniel Ayala y su hijo Juan Ayala Salinas y Benito los invitó a comer. (Llegaron en la Chevy ´76 de Gandhi).
Gandhi dijo muy resuelto:
– ¡No! ahorita viene Orta.
Y no hubo más comentarios.
Por la tarde Gandhi, se separó del grupo por el lado poniente de la presa y como a la hora, se divisaba que venía arrastrando un leño, siguió avanzando hacia el grupo y el leño, era un bagre de regular peso y tamaño. Su grupo, lo ensartó junto con otras piezas cobradas y cada 10 minutos, iban, levantaban la ensarta y veían el bagre, más que a los demás peces. Así transcurrió la noche. A la hora de la cena, el primer grupo, casi no había pescado nada, pero se disponían a cenar y Benito repuso nuevamente:
– ¡Vénganse a cenar Gandhi!
La respuesta fue la misma de la comida:
– ¡No, ahorita viene Orta!
– ¡Pero estaría bueno que nos dieran unas cervezas, porque éstas están “azorrilladas”! (casi tenían todo el día de estar tomando y de esperar al Ing. Héctor Orta, que se haría presente, con lo referente a la alimentación, leña, hielo y refrescos).
Por la noche un ventarrón, no los dejó dormir, al primer grupo le tumbó la carpa y procedieron a preparar el almuerzo que los reconfortaría. Nuevamente, Benito le dice a Gandhi:
– ¡Vénganse a almorzar Gandhi!
La respuesta no se hizo esperar:
– ¡Vale más ir a acompañarlos a almorzar, porque Orta de seguro no va a venir!
Al siguiente día de improviso llegó Nelson Enrique Flores Garza con tamaña lancha, que más bien parecía barco y la botó al agua y empezó a imprimirle una velocidad endemoniada a la lancha. Las olas no se hicieron esperar y los pescadores: Leonel A. Ruiz, Eloy Treviño Flores, Pedro Gámez Sánchez y Julio César Ábrego Cavazos, empezaron a ver que el agua por el tremendo oleaje, se estaba metiendo a la lancha de 12 pies. No hubo más remedio que salirse de la presa como pudieron. Juraron, no volverse a meter a pescar, mientras Nelson no sacara su embarcación de la presa y ávidos, comían sal a puños. El susto no era para menos, por lo pronto se olvidaron de pescar.
Hacía rato que tenían Héctor Gandhi y Juan Daniel Ayala Salinas pescando a cierta distancia. Cuando llegó el Sr. Calixto, oficial y encargado de vigilar las presas de Agualeguas y Sombreretillo. Saludó muy cortés, echó una mirada hacia los pescadores y como los vio muy chicos preguntó:
– ¿Traen puesto el salvavidas los chamacos?
Leonel Arturo Ruiz Reséndez contestó como de rayo sin reírse:
– ¡Cuáles chamacos, si es mi compadre Gandhi y el hijo de Juan!
Casi no hubo más comentario que hacer.
La operación de la ensarta se siguió repitiendo cada 10 minutos. (Tal vez, alguien del primer grupo abrió los ganchos de la misma por la noche. Sería el sereno). Lo cierto es que, en una de tantas levantadas, los peces “volaron” casi todos, inclusive el enorme bagre azul y cayeron al agua y ¡a nadar se ha dicho! Gandhi y Juan se tiraron tras los peces al agua y el esfuerzo fue infructuoso. (El hecho dejó mudos a los 2 grupos, la risa llegó después).
Un poco antes de mediodía, ambos grupos regresaron a Sabinas por la Carretera a Parás y al llegar a Palo Alto, comieron y alegremente recordaban, lo de la “ensarta” y de que Orta, nunca llegó. (Parece que todavía lo están esperando).