Allá por el lejano año de 1955, en una “excursión de pesca”, Leonel Arturo Ruiz Reséndez, Oziel Ruiz García, Oscar Mario García, Jesús García y Leonel Reséndez, (todos parientes), abordaron el autobús de José María Vázquez, que en esos años hacía el recorrido de Sabinas a Parás, (como que se deduce que no tenían automóvil alguno). Bajáronse en 5 de Mayo y se fueron rumbo al charco “La Cueva”, hay que recordar que era Semana Santa, iban en ayunas y tenían que pescar para el caldo de mediodía. (Todavía se estilaba ayunar para no perder la tradición religiosa, pero tradición al fin, que ahora se ha perdido). (Y el respeto también).
Pescaron varios peces, el primero fue un robalito, luego un bagre y varias mojarras. Las ensartaron en un “sedal” y la echaron al agua para conservar vivos a los animalitos cautivos. Obvia decir, que los pescaron con anzuelo y un hilo amarrado a una jara. (No conocían el carrete o la patria estaba muy quebrada). Años después, recibirían junto con Glafiro Guadiana, de Benito, las primeras lecciones.
Después fueron río arriba y al poco rato regresaron, y cual no sería su sorpresa, que al sacar la ensarta, para proceder a abrirlos, para el ansiado “caldo”, un robalo de más de un kilogramo, se había tragado al robalito de abajo y ya no se pudo soltar. Es indescriptible, lo que aquellos noveles pescadores comentaron, pero eso sí, hubo más ánimo al “cuadro” de la pesca anecdótica. Todavía lo comentan, como si hubiera sido ayer. (Por eso se recuerda: -“Recordar es vivir”).