Este pintoresco grupo del Barrio del Aguacate, en lo que respecta a un adelanto de la “lancha”, que no conocían ni en sueños.
En una de tantas ocasiones en que el Río Sabinas venía crecido casi de lado a lado y con agua color de barro, espumosa y con troncos y ramas flotando, Abelardo, el siempre mandón y tajante le dice a Benito:
– Anda a tu casa y te traes un baño, te sales por el solar de José Garza y por la huerta de Juan Morales, ten cuidado con Polencho (el señor que cuidaba la huerta y que no veía muy bien) y vas y te tiras allá por el charco de aca “Cuala”.
La orden era fielmente obedecida (para evitar la golpiza) y al poco rato pasaba Benito adentro y sentado en el baño, mareado por las vueltas que daba.
Los mirones que estaban viendo la corriente en el inicio del Callejón Guerrero, y como su pecho no era bodega para almacenar, vieron pasar a Benito y raudos y veloces fueron a avisarle a Doña Finita (Josefina Valadez de Mascareñas) que su sobrino había pasado en un baño en el traidor río.
La casa de la familia Mascareñas Valadez estaba por la calle Guerrero, al lado oriente de la casa del Sr. Gilberto Garza, quien después sería Presidente Municipal de esta localidad (1952-1954).
Si le iba bien a Benito, iba y salía antes del puente que está sobre la Carretera Nacional. Regresaba a casa, cargando el baño, por el lado poniente del Río Sabinas.
Al llegar a casa Jorge le decía:
– Prepárate, hay la orden de mamá de darte unos varazos para que no te andes metiendo al Río Sabinas.
Y procedía fiel a cumplir, acto seguido, tal encargo.
Y la ralea feliz porque a ellos no les pegaban.