“Las puertas del poder se abren con dinero y éste se genera al amparo del poder”.
La descobijada que le dieron a la diputada Federal Purificación Carpinteyro, al hacer pública una conversación telefónica que sostuvo con el empresario José Gutiérrez Becerril, en la cual le proponía un negocio, señalándole que se habían sacado la lotería con la Reforma de Telecomunicaciones, sólo evidenció algo que es muy común en el ámbito público.
Esto es, aprovechar el cargo para el tráfico de influencias y hacer negocios a diestra y siniestra, como quedó al descubierto en el caso de esta legisladora perredista, que en un claro conflicto de intereses (aunque ella no lo acepta), busca sacarle utilidad a la información privilegiada que seguramente posee, aprovechando las nuevas reglas en la materia en cuya elaboración interviene como legisladora.
Siendo esto algo común, podría pensarse que la balconeada a Carpinteyro, que, según lo publicado, siempre se ha movido dentro del ramo de las telecomunicaciones, más bien tiene que ver con que sea influyente miembro de la bancada perredista y la posición es esta fracción en los debates sobre la materia.
Punto y aparte, aunque dentro del mismo tema, eso del tráfico de influencias y utilizar el cargo para realizar negocios no es ninguna novedad, y es un secreto a voces que ello lo aprovechan no sólo los funcionarios y colaboradores de todo nivel y también sus familiares (padres, hijos, hermanos, etc.).
Así las cosas, es sabido que al amparo del poder se crean empresas de todo tipo, a través de las cuales también se brindan a los que gobiernos (Federal, estatales y municipales) servicios de toda índole, obteniendo pingües ganancias derivadas de contratos millonarios que, en mayor o menor grado, salpican para todos lados.