El proceso del Partido Acción Nacional para elegir a su dirigente nacional, en el que participan Gustavo Madero, quien lleva como compañero de fórmula a Ricardo Anaya, y Ernesto Cordero, acompañado por Juan Manuel Oliva, ha estado aderezado por las descalificaciones y comentarios negativos entre los contendientes y sus partidarios (¿Vio el debate?).
Esta elección, que tendrá lugar el próximo 18 de mayo, y que por primera vez será abierta a todos los militantes, desgraciadamente, como se está volviendo costumbre en este tipo de procesos, se ha caracterizado por la cantidad de lodo que se han arrojado los candidatos durante la campaña.
La consecuencia, gane quien gane, será un dirigente descobijado, del cual se conocerán muchos aspectos negativos, que lo hará más vulnerable a las críticas y ataques, no sólo de los adversarios partidistas, sino de sus propios correligionarios.
Además, la forma en que se está llevando a cabo este proceso, probablemente atizará el descontento interno y la unidad seguirá brillando por su ausencia, lo que pondría al PAN en un predicamente de cara a las elecciones intermedias del 2015.
Ello, independientemente de quien sea el próximo presidente nacional panista, podría obligar a los albiazules a continuar buscando alianzas con otros partidos, lo que reafirmaría la idea de que solos, como dicen los chavos, no la hacen.
Sea lo que sea, el caso es que este proceso interno panista en nada se diferencia de los de otros partidos, quedando en claro que en la búsqueda del poder partidista y todo lo que ello significa (control de recursos, decidir candidaturas y otro tipo de nombramientos, interlocución con el gobierno, etc.) los contendientes echan mano de todo lo que esté a su alcance para conquistar su meta.