En una columna anterior escribí acerca de la designación del Cardenal argentino, Jorge Mario Bergoglio, como el primer Papa de origen latinoamericano, quien adoptó el nombre de Francisco en alusión a San Francisco de Asis, patrono de los pobres.
Dicha columna la finalicé con una frase del flamante jerarca de la Iglesia católica, que en uno de sus primeros actos como tal exclamó: “Cómo quisiera una Iglesia pobre, y para los pobres”.
Pues bien, prácticamente a diario, los diversos medios de comunicación dan cuenta de como el Papa Francisco sigue dando muestras de su habitual sencillez.
Entre otras cosas que han llamado la atención, trascendió que Francisco decidió, por lo pronto, continuar viviendo en la casa donde se alojaron los Cardenales durante el pasado cónclave.
Ello, en virtud de que consideró que las habitaciones del Palacio Apostólico, donde reside habitualmente el Papa, eran demasiado grandes y suntuosas.
Así las cosas, según la prensa italiana, también ha trascendido que su estilo está provocando incomodidad y no pocas criticas, en los sagrados palacios.
Al respecto, guardando las debidas proporciones, esto mismo sucede en el medio político, pues cuando surge un funcionario honrado, que actúa con total rectitud y con ánimo de servir, no de servirse del cargo, hace a más de uno fruncir el ceño, argumentando que los pone en evidencia, al demostrar todo lo que se puede hacer actuando de dicha manera.
Y, al igual que está pasando con el actual Papa, eso también provoca incomodidad y críticas de quienes consideran inconveniente (para sus intereses) que existan personas de este calibre, porque, a su entender, significan una “competencia desleal” ¡Ahora resulta!
Castellanos
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo