Las señales iniciaron desde antes de la campaña, cuando Enrique Peña Nieto echó atrás el acuerdo de alianza electoral que el entonces dirigente nacional del PRI, Humberto Moreira, había establecido con el Panal.
Obviamente, en la más reciente elección presidencial el magisterio no apoyó al candidato priísta como sí lo hizo con el panista Felipe Calderón en el 2006.
En la ceremonia realizada en Palacio Nacional inmediatamente después de que Peña Nieto rindiera protesta en el Congreso, a la maestra Gordillo se le asignó un lugar secundario.
Después siguieron la designación de Emilio Chuayffet, enemigo declarado de la maestra, como titular de la SEP y el anuncio de una reforma educativa, lo que indudablemente caló hondo en el ánimo de la maestra, quien desahogó su molestia con incendiarios discursos y una campaña tendiente a sembrar dudas y temor entre los padres de familia.
Envalentonada y llena de soberbia, siendo ella misma hechura del sistema, Elba Esther Gordillo se puso a darle patadas al pesebre, y, tras 24 años como lideresa del SNTE, donde la colocó Carlos Salinas de Gortari y luego de alcanzar el cenit del poder en los sexenios de los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón, la maestra fue detenida acusada del desvío de fondos del sindicato magisterial por un monto de casi dos mil millones de pesos. y así, la guerrera fue reducida a su mínima expresión.
Sin duda alguna, la forma de actuar y el descarado derroche de que hizo gala la maestra Gordillo son un insulto y avergüenza a los auténticos maestros por vocación que, con bajos salarios, muchas carencias y en condiciones precarias, realizan su noble y valiosa labor tendiente a forjar a los hombres y mujeres del mañana.
Castellanos
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo