Hace algunos años, cuando el Partido Acción Nacional empezó a obtener algunos triunfos aislados en las urnas, era obvio que la ciudadanía pensaba en un cambio, y aunque en algunos casos se llegó a hablar de concertacesiones, lo cierto es que dichos triunfos inyectaron ánimos a los albiazules para continuar en la brega con renovados bríos.
Hace algunos años, cuando el Partido Acción Nacional empezó a obtener algunos triunfos aislados en las urnas, era obvio que la ciudadanía pensaba en un cambio, y aunque en algunos casos se llegó a hablar de concertacesiones, lo cierto es que dichos triunfos inyectaron ánimos a los albiazules para continuar en la brega con renovados bríos.
Desgraciadamente, aunque sus triunfos se fueron multiplicando, el tan mentado cambio sólo quedó en promesa de campaña.
Y es que, con su arribo al poder, a los panistas ya no les pareció incorrecto actuar como, en su momento, lo hicieron los priístas.
Entre las acciones que antes criticaron y que ahora realizan sin ningún pudor, está el acarreo a diversos tipos de eventos, con el cansabido reparto de lonches y refrescos en algunos casos.
También echan mano de la aplanadora en Ayuntamientos y Congresos donde cuentan con la mayoría, y descalifican y se oponen por sistema a todo cuanto venga de sus adversarios políticos cuando son minoría.
Así mismo, ahora les parece correcto hacer mancuerna o aliarse con otros políticos, así como con líderes o lideresas sindicales, a quienes antes cuestionaron y criticaron, a fin de alcanzar el poder o para mantenerse con él.
Agréguele usted que en las administraciones panistas también existen los funcionarios todólogos, que van de cargo a otro con características y exigencias muy diferentes entre sí, sin faltar los funcionarios corruptos y manirrotos y las pugnas internas por el poder, todo lo cual, según los albiazules, eran pecados exclusivos de los tricolores, como el “dedazo” que también han hecho suyo.