Si mal no recuerdo, antes de la pasada elección presidencial, el IFE puso en marcha un programa tendiente a renovar las credenciales de elector que tenían los dígitos 03 en el último de los recuadros del reverso como requisito para poder sufragar en dichos comicios.
Si mal no recuerdo, antes de la pasada elección presidencial, el IFE puso en marcha un programa tendiente a renovar las credenciales de elector que tenían los dígitos 03 en el último de los recuadros del reverso como requisito para poder sufragar en dichos comicios.
A fin de cuentas, tal vez porque no se obtuvo la respuesta esperada, se decidió que todos podrían votar aunque no hubieran realizado el canje de su credencial.
Pues bien, de nuevo está en marcha una campaña para renovar las credenciales del 03 con el objeto de que los ciudadanos obtengan el nuevo documento que les permitirá participar sin ninguna cortapisa en los próximos procesos eleccionarios.
Al respecto, e independientemente de la respuesta ciudadana a este nuevo llamado del IFE, hace unos días un conocido me comentó que se encontraba indeciso en cuanto a realizar el trámite para renovar la credencial de elector.
Al preguntarle si ello se debía a algún problema con los requisitos que debía cumplir, o por falta de tiempo, o porque le molestaba hacer fila, me contestó que no, que más bien era porque se sentía desilusionado y que incluso pensaba seriamente en no volver a votar.
Abusando de su confianza le pregunté el motivo de su desilusión, y sólo me contestó que leyera cualquier periódico o viera los noticieros en la televisión, donde diariamente nos podemos dar cuenta de que los cambios positivos son mínimos y que abundan las cosas negativas.
Desgraciadamente existe mucha gente que piensa así, y aunque es muy respetable su opinión, creo que como ciudadano debemos mantener viva la esperanza de un auténtico cambio, cuyos beneficios lleguen a toda la población, no sólo a unos cuantos privilegiados, como ocurre actualmente. Y el voto puede ser un medio para lograrlo.