Es cuestión de horas para que inicie diciembre y, transcurrido éste, caiga la última hoja del calendario del 2008 y empecemos, Dios mediante, un nuevo año.
Y aunque diciembre trae consigo un notorio cambio en el clima, para muchos esta ocasión la temperatura irá en ascenso. Sin embargo, al paso de unas cuantas semanas quedarán fríos paleta y no los calentará ni el sol.
Obviamente me refiero a quienes aspiran y suspiran por un cargo de elección popular, sea éste la Gubernatura, una diputación, una alcaldía, o, de perdido, una regiduría.
Y es que, como ocurre siempre, son pocos los cargos en disputa y muchos los aspirantes, debido a lo cual, finalmente sólo unos cuantos alcanzarán la meta y muchos más se quedarán con las ganas de servir a su pueblo, pues tal es seguramente, la máxima aspiración de quienes anhelan a acceder a un cargo de los antes mencionados.
A propósito, cuando ya han transcurrido dos tercios de las administraciones municipales, llega a ocurrir que a estas alturas de la lidia a algunos funcionarios ya se les acabó, o se les anda acabando el gas, y ya empiezan a buscar la querencia de las tablas.
Y es notorio porque el entusiasmo, inicial se va transformando en fastidio o en aburrimiento, lo cual se refleja, particularmente, en la manera en que reciben y tratan a la gente, o porque de plano ya no quieren saber nada y se la pasan dándole largas o sacándole la vuelta a los problemas que les plantean los ciudadanos.
Inician con mucho frío y acaban en desvarío.