“Con orden y tiempo se encuentra el secreto de hacerlo todo y de hacerlo bien”.
Alguien dijo por ahí que el Día del Padre y de la marrana de la Tía Cleta son la misma cosa”.
El porqué lo dijo es un misterio; pero también dicen que cada quien habla de la fiesta según le haya ido en ella.
Esto lo comento, precisamente, con motivo del Día del Padre que tuvo lugar el pasado domingo 15 de junio, y aunque es una celebración relativamente reciente, y, como muchas otras, con un cariz mercantilista, tiene su lado positivo.
Lo bueno en este caso, como en otros similares, es que sirve de pretexto para que la familia se reúna y disfruten compartiendo el pan y la sal, pero también su tiempo.
Hablando de tiempo, es un hecho que actualmente se vive de un modo muy apresurado y a contrarreloj, y aunque puede haber quienes sepan administrarlo, seguramente existen muchos más que viven muy de prisa y ni así les alcanzan las horas del día para realizar sus tareas y siempre tienen pendientes.
Esto, a su vez, se traduce en una continua angustia que llega a repercutir en la salud y en las relaciones familiares y laborales.
Y aunque en nuestra ciudad todavía no llegamos a los extremos, al menos no de manera tan generalizada, es un hecho que existen personas que viven quejándose por la falta de tiempo.
A propósito, la semana pasada no apareció esta columna por falta de tiempo, pues éste se me fue en los preparativos del festejo familiar con motivo del Día del Padre.